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"La historia está presente y nos rodea en todas las horas, porque no es otra cosa que la vida” Arturo Uslar Pietri

domingo, 22 de diciembre de 2024

DISCURSO MORAL QUE EN LA APERTURA DEL PRIMER CURSO DE FILOSOFIA EN EL COLEJIO DE GUANARE

 DISCURSO MORAL

QUE EN LA APERTURA DEL PRIMER CURSO DE FILOSOFIA

EN EL COLEJIO DE GUANARE

PRONUNCIÓ SU RECTOR EL DOCTOR JOSE VICENTE DE UNDA

EN LA FESTIVIDAD RELIJIOSA DEL PATRON

SAN LUIS GONZAGA

QUE PRECEDIO AL ACTO.

X

ANO DE 1833.

Barquisimeto. Imprenta de Pablo Maria de Unda.

1833,


Preparada la Capilla del Colejio al estilo de la universidad de Carácas en actos semejantes, se reunieron treintiseis jóvenes aprovados en latinidad, de los cua- les nueve eran de San Carlos, Yaritagua, Barquisime- to i el Tocuyo, i el Pro. Mtro. Macario Yepez uno de los dignos conductores de ellos ofició la misa solemne que precedió à la funcion literaria que se imprimirá por separado.

SIC ERAT IN FATIS.


DISCURSO MORAL

QUE EN LA APERTURA DEL PRIMER CURSO DE FILOSOFIA EN EL COLERO DE GUANARE PRONUNCIO BU RECTOR EL DOCTOR JOSE VICENTE DE UNDA EN LA FESTIVIDAD RELIJIORA DEL PATRON HAN LUIS GONZAGA QUE PRECEDIÓ AL ACTO.

Ut in onnibus honorificetur Deus. 1.

Petri C. 4. v. 11. 

Que Dios sen honrado en todas las cosas son palabras de....


En todo cuanto hacemos debe Dios hallar su gloria. Esta es una maxima constante de la moral cristiana. Aun en los negocios temporales, es necesario obrar por principios, i motivos es- pirituales. Está escrito que por las cosas visibles de la tierra se entreven las invisibles del cielo, per ca, quæ visibilia sunt intellecta conspi. ciuntur.

Ya comprendeis, catolicos, que yo vengo á hablaros hoy de una empresa humana, del establecimiento de una clase de filosofía, que se ha de abrir en esta mañana bajo los auspicios sagrados del angel tutelar de las escuelas. Yo no me atreberia á interrumpir los divinos oficios, si la materia fuese enteramente profana, ni mezclaria entre los inciensos consagrados á la divinidad, unos intereses puramente humanos, en un dia que la iglesia ha señalado para celebrar Ins virtudes de uno de sus mas queridos hijos, el inmortal San Luis Gonzaga. ¡Pero será estraño que al ofrecer á Dios el homenage de nuestros cultos en obsequio del patron de la juventud estudiosa, se hable tam- bien de los estudios son acaso incompatibles las ciencias con las virtudes! no podemos ser á un mismo tiempo devotos de San Luis i profesuros do las letras!

La ignorancia, catolicos, está abjurada por el Espiritu Santo: nolluit intelligere ut bené age- ret, no quisieron saber por no obrar bien Quia tu scientiam repulisti, repellam te... dice el profeta Oseas, por que tu despresiaste la ciencia, yo te despreciaré. Al contrario impuso Dios un precepto espreso en el capitulo 10. del Levitico, ordenando que todos adquieran ciencias para que sepan discernir lo santo de lo profano, i la iglesia canta, que la boca del justo ha de meditar continuamente en la sabiduría. Os justi meditabitur sapientiam.

Contraigamonos al asunto de mi tema, honremos á Dios en todas las cosas; honremosle con nuestra devocion al glorioso San Luis Gonzaga: punto 1. honremosle con nuestras tareas literarias punto 2. dos reflexiones que ocuparán este breve rato, si me prestais vuestra atencion, i me ayudais antes á implorar las luces del Espiritu Santo por la intercocion de su augusta esposa invocandola con las mismas palabras con que la saludó el glorioso arcangel San Gabriel cuando la dijo:

AVE MARIA.

Que el camino del cielo son el de la humildad, pobresa, i retiro lo dice el santo evangelio; pero que tam bien se suba à la gloria por medio de los honores, de las digoidades, i de la grandeza del mundo lo acredita el Señor de tiempo en tiempo ofreciendonos heroes que exitan nuestra admiracion, i nos convidan á seguir su egemplo. Uno de estos es el gran Santo á cuya memoria consagramos esta festividad relijiosa, San Luis Gonzaga principe de Mantua, i Marquéz de Castellon. Maravilla és os ta del poder de Dios es verdad; pero no es un imposible con la gracia de Dios. La misma grandeza de que los mundanos abusan para desagradar á su majestad, sirvió å Gonzaga para colocarlo sobre nuestros altares. Dios le hizo grande en la tierra, i el supo hacerse mas grande para el cielo.

Cuando el Señor då nacimiento, ilustre, abundantes riquezas, puestos altos, i todo aquello que el mundo llama fortuna, los hombres se engrien, se, envanecen, i con un corazon henchido de bienes perecederos se olvidan de. los eternos: pero que diferente impresion hi- cieron aquellos en el corazon de Gonzaga! Mientras los demas hombres sucrfiican su vida, su quietud, i aun su conciencia por adquirirlos, él no pensó en otra cosa que despreciarlos, i formar su felicidad sobre bases mas solidas.

Si, católicos, desde los siete años de su edad consagró su tierno corazon á Dios. i arreglo su método de vida con tales progresos, dice el Cardenal Belarmino, que á los nueve hizo voto de guardar perpetuamente su virginidad, voto que observó con tal perfeccion que jamás llegó a mirar la cara a mujer alguna, sin eceptuar å su propia madre por que sabía que todo objeto de esta especie es su enemigo, que los ojos son traidores, i que el aire que se respira en el mundo está envenenado, i puede lastimar esta virtud, asi como el viento fuerte marchita las flores,

En una palabra él poseyó la virginidad en tal grado, que ecepto la Reina de los Angeles, es uno de los primeros modelos que reconoce la iglesia; mantuvo su candor ileso, y no sintió aquellos estimulos de la carne, que hacian gemir al Apostol San Pablo, i decir como desesperado ¿quis me liberabit de corpore mortis hujus! No tuvo contra esta virtud ni pensamientos involuntarios, ni representaciones feas, ni sueños menos honestos; por eso i con mucha razon le llama la iglesia Anjel en carnes ú hombre sin carne.

Jóvenes estudiosos, aprended å ser puros, Gonzaga s es vuestro modelo, no espereia que un triste desengaño os obligue å verter lagrimas de confusion. Dios no quiere los despojos de la culpa, ni las sobras despreciables de vuestra edad. La juventud, la juventud florida es la que Dios reclama, la juventud inocente es la que agrada a Su Majestad, por que ordinariamente es la parte mas pura de la vida, y la menos mancillada por el pecado. puesto que ni se tiene tanta noticia de lo malo, ni hay tanto poder para ejecutarlo, i ademas de que estando mas reciente la gracia del bautismo, está menos sucia el alma que la recibió. Por eso el Sefioros dice repe- tidas veces en el ecleciastes; acuerdate de tu criador en el tiempo de tu juventud: vecibe la instruccion en los primeros dias de tu niñés i en otro capitulo dice el Espiritu Santo: El joven segun los caminos de su adoles- cencia asi serán los términos de su vejez, adolescens jux la viam suam etiam cum senuerit non recedet ab ca.

Mas si las palabras, i autoridades de las santas escrituras no hastan, jóvenes muy amados, para convenceros de esta necesidad, baste el jemplo de vuestro patron; yo no os lo propongo despues que entró en la compañia de Jesus, despues que siendo relijioso fué un asombro de penitencia: yo os lo propongo en el siglo, rodeado todavia del esplendor de su casa, i del brillo de los honores, yo os lo propongo en en el estado en que estais vosotros, jóven, secular, i estudiante. Vosotros lo teneis por vuestro angel tutelar, está bien: la silla romana ós lo declaró asi por el órgano del Sumo Pontifice ¿por que no podeis sor i hacer lo mismo que este santo hizo, i fubt ¿quidni poteris, dice San Agustin, quod, isti, et ista potuerunt! joven fué como vosotros, hijo de Adan, i de padres pecadores, un origen corrompido, i una rais amarga fué el principio de su existencia, él vivió en el mismo mundo que habitais zen que consiste pues la diferencia de sus inclinaciones, i las vuestras? Consiste en que el consagró su corazon à Dios desde que le conoció, consiste en que maceró su cuerpo antes que pudiese ser delincuente; consiste en que no le dió cuartel al pecado. ¿Que os prohibe pues á vosotros para que podais hacer lo mismo? Las mismas promesas que le animaron a ser casto, son las que animan à vosotros, el mismo paraiso, que & 61, está ofrecido á vosotros. Demasiado viejo es el mundo para que no esteis dosengafiados de su falcedad, i de sus escollos: mil ejemplos habeis leido, i una constante esperiencia acredita el término funesto, que tiene una juventud corrompida esperimentad pues en cabeza agena, sed inocentes como la paloma, i cautos como In serpiente. Jóvenes venturosos, honrad por último & Dios con vuestra devocion, é imitacion & San Luis, como os lo propuse en mi primera parte. Honradlo tambien con vuestras tareas literarias, como os lo propondré en la segunda.

Segunda parte.

El hombre ignotante en su creacion era tambien sabio, justo, i dichoso, por que hallaba dentro de si mie- mo los principios de la sabiduria, i las reglas de acciones. Ninguna ignorancia oscurecia su entendimiento, ninguna concupiscencia inquietaba su corazon, ni las esperanzas eran convatidas de temores, ni las alegrias mezcladas de pesares. En tal estado el hombre era el retrato de las perfecciones formado por las manos de un Dios. Esta es la grata historia del primer hombre colocado en el paraiso, i esta suerte hubiera cabido à su descendencia, si él hubiera sido siempre fiel al supremo autor de su ser.

Mas vosotros lo sabeis, Adan pecó, i la fatal trascendencia de su pecado volcó todos los elementos de nuestra dicha: la negra ignorancia cegó la fuente de la sabiduria, i condenő al hombre à solicitarla al travéz de los errores.

Cuantas opiniones, cuantas disputas, dividieron las escuelas de los primeros filosofos; unos dudaban de todo, i otros juzgaban que todo lo sabian; unos no que rian conocer Dios alguno, y otros formaban dioses à su modo. Roma aquella capital del universo, que se gloriaba de poseer las ciencias, i la politica adoro dioses ridiculos, i abrazó todas las supersticiones de las naciones que habia vencido. Pitagoras, Platon, Seneca, i Aristóteles, aquellos filosofos que parecian inspirados del cielo no fueron mas felices en este punto. La sabiduria ponderada del Egypto, de la Grecia, i de Roma fué una escuela de absurdos, de politeismo, i de idolatria. Los libros de las Sibilas i las ceremonias religiosos de Numa Pompilio no se dirijieron à otra cosa, sino à adorar los dioses del Capitolio. Ved aqui una ignorancia que no pudieron sacudir los ingenios mas sublimes de la antiguedad. La revelacion sola, catolicos, solo la revelacion comunicó al mundo ideas esactas de la verdad por que solo un ser infalible puede ser el autor de ella.

Mas que medios tan dificultosos para conseguirla. Ella debia imprimirse á los hombres en los primeros años de su juventud, cuando no es vida la razon, cuando se desarrollan las paciones todas, cuando la subordina, cion, i el estudio están en pugna con el atolondramiento de la edad.

Mas alabados sean los concilios de Nicen en el siglo 4º, de Toledo en el 6, i el de Trento en el 16 que inventaron enclaustrar la juventud estudiosa, é insti- tuir los colejios para contener la inquietud de aquella edad. Es tan conforme la iden de la sabiduria con la clausura, i el retiro; que en el siglo 10. en que oprobio del enten- dimiento humano se hizo alarde de la ignorancia, solo en los monasterios se albergáron las ciencias. Por esto principio es que los papas santos, i los sabios reyes de comun acuerdo han fundado colejios in- numerables, que con la direccion de maestros cientificos, la severidad, i el buen orden mantengan la fuente preciosa del saber. Las repúblicas bien organisadas, como la nuestra, se han hecho un deber de preferencia protejer estos establecimientos, para que dén sabios magistrados, doctos naturalistas, ministros santos del altar.

Ah! Juliano Apostata prohibió por un edicto à los cristianos el estudio de las ciencias, i esta prohibicion, dice San Agustin, fué mas ominosa que la tremenda cuchilla de los tiranos, por que ésta fertilisaba jos campos de la iglesia produciando mártires á millares, i aquella era y es la laguna sonagosa que arroja los alitos inmundos de la impiedad, i el libertinaje.

Si, estudiosa juventud, la virtud es hermana lejitima. de las letras, asi como la inmoralidad es el aborto de la ignorancia. Es muy exacta esta idea, por que entonces se vive sin leves, sin costumbres, sin reglas, ni freno, i parece que el cielo en sus endjos abre el averno, i lan- za las tinieblas como un azote de los hombres.

Jóvenes venturosos, hoy vais á dar un paso gigantexco en la carrera del saber; al año completo de haberse abierto estas puertas para los alumnos de San Luis, se establece una catedra de filosofia. Vosotros vais à dar un soplo de vida á la jeneracion prosente, y a llenar las intenciones que tuvieron vuestros abuelos en la fundacion de esta santa casa; deber sagrado que os impone el eco de sus Manes desde la tumba, El cielo os ha decorado con talentos, i es pecesario emplearlos bien. Un vasto campo se os prepara para ejercitarlo con suceso.

La filosofia, si, la filosofia es el motivo noble de vuestras nepiraciones, i hoy es el premio grandioso de vuestras tareas. Habeis ascendido á la primera escala de Minerva, sois gramáticos, i de hoy en adelante seréis filosofos porque con la llabe del idioma latino habeis abierto el arca de los secretos humanos, en que está contenida la simiente de todas las ciencias. Vais à principiar por el entendimiento, á despejar la razon, pulirla, i perfeccionarla. La logica os enseñará à percibir las ideas, ordenarlas, i compararlas para discurrir con criterio, i no su combir al error.

La fisica tratará de los cuerpos, su gravedad, sus movimientos, su organisacion, i estructura. La astronomia os levantará a la esfera celeste, i hará que desciendan de alli esas masas enormes que embellecen el universo para medirlas noå bajo ba por medio del calculo, pesarlas, i cirounscribirlas la orbita que deben llevar en sus jiros.

La ética formará el corazon, ensefiará al filosofo Kus deberes para con Dios, para con los hombres, i para consigo mismo, i la metaficica última parte de la filosofia os pondrá en contacto con la divinidad, tratará de los espiritus, i en primer lugar del Espiritu Soberano autor del universo, en cuanto pueda percibirse con las luces naturales.

Que embelezo! por mas que yo apure las fuerzas de mi entendimiento, i aunque lo ayudase con las frases de la retórica, no podria desempeñar con suceso es te panegirico.

¿Habrá una ciencia mas encantadora? la habrá mas necesaria El hombre sin estos conocimientos, yo me atrevo à decirlo, es una especie de automata que se mueve sin saber por que, es un ser que piensa, i discurre & tientas, i por instinto.

¿Pero donde voy? Mi imaginacion se pierde. Concluyamos. Cursantes de filosofia, alumnos de San Luis, jóvenes estudiosos de todas clases, lo que falta esta on vuestras manos; el santo temor de Dios como principio de toda la sabiduria initiun sapientiæ est timor Domini, la devocion à San Luis Gonzaga como vuestro patron, i una constante aplicacion á las letras como un medio para saber. Sobre todo gravad en vuestros corazones el tema que hé propuesto en este discurso ut in omnibus honorificetur Deus, que en todo sea honrado el nombre de Dios, para que con vuestras tareas consignis mañana ser el honor de vuestras casas, la alegria de vuestros padres, i el timbre de este pueblo, i ademas que ellas os proporcionen el estado que os ha de conducir à la gloria que os deseo en el nombre del Padre &. 

AMEN.



DISCURSO DE ORDEN PRONUNCIADO POR EL PROFESOR JOSE SANTOS URRIOLA

DISCURSO DE ORDEN PRONUNCIADO POR EL PROFESOR JOSE SANTOS URRIOLA, EL DIA 16 DE ENERO DE 1992, 

EN LA SESION ESPECIAL CON QUE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA CONMEMORO LOS CUATROCIENTOS AÑOS DE LA FUNDACION DE GUANARE

Atendiendo al generoso mandato de la Academia Nacional de la Historia, ocupo la tribuna con motivo de la conmemoración de los cuatrocientos años de la fundación de Guanare. Otros de mis coterráneos, con mayor lucimiento que yo, han podido asumir tan honroso compromiso. Y si he atendido, tras muchas vacilaciones, la designación con que me honra esta ilustre Corporación, lo hago con plena conciencia de mis limitaciones, porque me obliga la magnanimidad de los señores académicos, por amor a mi ciudad nativa y porque mis paisanos hubieran visto, en la negación a aceptar el honor que me confiere la Academia, un desacato a la fidelidad del guanareño por su tierra. De cualquier modo, y sin dudas, por razones del corazón. Así quienes me escuchan extremarán su benevolencia frente a la parquedad de los talentos que el Señor --en su infinta sabiduría- tuvo a bien concederme. Disimularán las torpezas e inexactitudes de un neófito en saberes históricos. Excusarán la efusión del sentimiento, a falta del rigor científico en esta exposición. 

Porque no sería yo quien viniera a presumir de docto ante los guardianes de la memoria nacional, de las advertencias y avisos que de ella se desprenden para el presente y el futuro de los venezolanos. Hablaré entonces del Guanare que me consta, a través de la propia experiencia y de la tradición familiar --que el pueblo de mi niñez y mi adolescencia, se conformaba, prácticamente, en los términos de una sola familia-. Pero lo demás, poco tendré que decir sobre Guanare, después de tres discursos de tanta monta como los pronunciados por Alexis Márquez Rodríguez, en el Concejo de Caracas; Cipriano Heredia Angulo, en el Congreso Nacional; y Pedro José Urriola Muñoz, en la propia ciudad del Espíritu Santo del Valle de San Juan de Guanare, dentro de los actos centrales del Cuatricentenario. 

Por lo demás, la mayor parte -si no la totalidad- de lo que ahora diré aquí lo he compartido antes con mis paisanos, que para ellos escribo con, quizás, abusiva frecuencia. Más aún, incurro en la inmodestia de pretender representarlos, de algún modo. Para ello, sólo cuento con el común sentimiento de lealtad al terruño. Con la pureza de la intención y con el ánimo puesto en el dicho de que el llanero es del tamaño del compromiso que tiene por delante. Esto, simplemente para buscarme consuelo, empinándome, hasta donde sea posible, sobre mi propia cortapisa intelectual, en honor a las mujeres y los hombres de Guanare. Aunque, en el fondo de mi intimidad cobre certidumbre una ancestral advertencia: ni yo mismo me arriendo las ganancias. 

Ahora, aun así, quedaría mucho todavía, al adentrarnos en la dimensión del afecto. En ese algo que, de algún modo, revive la emoción de la infancia, anochecer del sábado -afuera, se encendían las luces de la plaza Bolívar-, frente a la custodia de la Virgen de Coromoto. Y, a partir de allí, muy de paso y con la prudencia de quien se aventura por el cercado ajeno, suscribiría yo una tesis que, a estas alturas, nada tiene de novedosa ni original. Y no lo hago para justificar mis erratas e invenciones. Sino por esa especie de tentación a que todos cedemos, alguna vez, de ratificar con cierta solemnidad nuestras opiniones -aun sin fundamentos de ciencias- en el coloquio familiar. 

Así, pues, me acojo a la ya usual afirmación de que la sustancia de un pueblo no se agota en los papeles de archivo. Y que, al contrario, se expande por las fantasmagorías, las ilusiones y los espejismos del común. No pocas de las historias oficiales, tan cuidadosas de las apariencias, frecuentemente se revisten de ellas, para encubrir lo que, al desnudo, resultaría pura ficción. Y, porque suena a lugar común casi tronitoso, podríamos ahorrarnos la repetición de aquello de que muchas de las más desaforadas fabulaciones se sustentan, a menudo, en lo incontrovertiblemente histórico. La cuestión, entonces, exigirá el ejercicio de la inteligencia. Separar el grano de la paja, cuando sea estrictamente necesario. Y cuando no, admitir la hermosura de la espiga, sin deshacer su integridad. De tal manera, se articularían la insoslayable puntualidad del historiador y las creaciones de la imaginación popular, en un animoso y fructífero intento de entender el complejo social. Y desde esa perspectiva, la presencia de nuestros fantasmas familiares -el Silbón, la Llorona, el Chivato ... - se explicaría, en su momento -medio siglo atrás, un puñito de casas entre la noche y la soledad dal llano-, por la ausencia de alumbrado eléctrico. De ahí, la casera teoría de la electrocutación de esos fantasmas -hoy en día, bien dudosa, cuando los niños se aterrorizaban con los espectros importados por la televisión. 

Pero mal andaría quien no se detuviera en la eficacia poética de nuestras narraciones de aparecidos y espantos, para tocar un extremo la tradición oral. Pues bastaría con rastrear en los orígenes hispanos, indígenas y negros de esas fábulas, indisolubles, en su hora y punto, de la realidad cotidiana; tangibles casi como la cruz del Cerro del Calvario o la plazoleta del mercado viejo, al sol del mediodía. Porque habría también que contemplarlas en sí mismas. Como objetos de arte. Como productos de una platería verbal de generaciones de artistas cuyos nombres se quedaron fuera de los tratados de literatura. Como construcciones del espíritu -los raigales miedos del hombre y sus conjuros-, en que, de algún modo, se integran signos fundamentales del alma colectiva. Así, no tengo el menor empacho en afirmar que muchas de esas fabulaciones se revelan, a mis ojos, con tanta poesía como las mejores leyendas del romanticismo. 

De tal forma, no me siento capaz de hablar sobre Guanare sin ubicarme dentro de lo que, paradójicamente, pudiera definirse en términos de una amorosa objetividad. No hablaré de Guanare sin emoción. Pero no falsearé las cosas para acomodarlas al sentimiento de don Jorge Manrique, de que "cualquier tiempo pasado/ fue mejor ... ". No caeré en lo que García Márquez llamase "la trampa de la nostalgia". No retocaré mis evocaciones para decorar postales de consabida añoranza. Lo cual tampoco significa que me regodee en el llanto por nuestros antiguos males. Porque, dada mi condición de guanareño, respondo a la obligación de la esperanza. Por eso mismo, estoy aquí, señores y señoras. Y desde aquí, vuelvo la vista a mi tierra. El Estado de Portuguesa tiene forma de corazón. Está donde la serranía, trocada ya en colinas, se desmaya femenilmente en el pecho del Llano. O donde la llanura se yergue para abrazarse a los Andes. Un problema de geografía romántica, pues. Tierra de ríos, como una íntima Mesopotamia. En el mapa se entrecruzan decenas de venillas azules, casi cantarinas. Por entre esa maraña fluvial, llegó, hace cuatro siglos un capitán portugués -abuelo de Bolívar- merecedor de un canto de Os Lusíadas. Se llamaba Juan Fernández de León y estaba destinado a fundar la Ciudad del Espíritu Santo del Valle de San Juan de Guanaguanare. Había cruzado leguas y leguas de caimánes, jaguares e indios bravos. Montañas interminables, verdes, ocres, grises, pardas ... Una tras otra. Leguas de selvas y llanuras, de acechanzas, ponzoñozas, sudores, pus, malos sueños y añoranzas, bajo el zumbar de insectos grandes como pájaros; en espera del silbido de la flecha emplumada, mientras el eco multiplica los rugidos del puma. Y más allá, el terrífico metal de los caribes, la raya, el temblador, el chaparral en llamas. Pero, como en la tragedia antigua, algún dios terrible exigía mayores sacrificios. Y en las revueltas aguas del Temerí -o río de los Estribos- pereció una mujer lusitana. Nada sabemos de ella. Debió de ser como Santa Isabel de Portugal, que daba rosas y monedas a los pobres. Y algo de encantamiento hubo en su muerte. El río verdugo comenzó a llamarse el Río de la Portuguesa. Y el nombre se extendió por la comarca con su suavísimo aroma de milagro. 

Allí, Guanare que alcanza cuatrocientos años de historia venezolana, con sus luces y sombras, bajo el vibrante sol del Llano. Y es la historia que, de pronto, se hace maravilla, cuando la Virgen ilumina la choza del cacique Coromoto. Adquiere acento plutarquiano en la voz de José Vicente de Unda, sacerdote y repúblico, el 4 de julio de 1811, cuando, por última vez, razona ante Dios y sí mismo, su voto a favor de la independencia. Se mantiene límpida, como un aire de la montaña sobre el Llano, en el corazón de la gente brava, humilde y noble de mi pueblo. 

Allí, al pie de la última estribación de la cordillera, donde arranca la llanura, está Guanare con su sencilla gravedad de viejo pueblo criollo. Aquí las piedtas y los caminos, los muros, los ladtillos, los árboles, los cauces -diría que aun las nubes- tienen su historia y su leyenda. Cada cosa está allí en memoria -presente u olvidada- de algo que, gústenos o no, viene a tocarnos muy de cerca. Angustias, crueldades, amores, injusticias, fe, desesperanzas, tozudez, debilidad, ternuras de millares y millares de hombres y mujeres. Los indios despojados de lo suyo, en el cerro y la sabana. Los que huyen hacia los pajonales del sur, ululantes como perros heridos y terminan, los más los huesos al aire, bajo la reveroniana luz de los esteros. Los otros que no lograron escapar y fueron ejemplarmente ejecutados, como lo aconseja la justicia de Su Majestad Católica, para llevar el saludable temor y el bien mandado sosiego al corazón de los súbditos de esta parte del mundo. Y junto a eso, innegable, el conquistador que se aquieta. La sed, la calentura y la hamaca. Un día, la convalencia, la sonrisa del maíz y la del hijo mestizo. 

Sobra la tierra aquí. Guanare es apenas unas cuantas callecitas angostas y empedradas, la torre de la iglesia y un puñado de casas, en la mitad del desierto. Sobra la tierra, jugosa de verdura, donde pace el ganado andaluz de largos cuernos. Sobra la tierra para ir con los rebaños, si arrecia la sequía, hasta el mismo Apure. Y sin embargo, de cuando en cuando, se anima la municipalidad con un pleito de límites. Un señor reivindica sus confusos derechos sobre un par de leguas de bosques y praderas que ocupa otro señor, con títulos inciertos. Se alborota el cotarro. Salen a danzar por los empedrados historias de familias que todo el mundo sabe. No falta el pescozón a la salida de misa, el garrotazo aleve y hasta el rezongo de una espada, más óxido que filo. Todo se extingue, al fin y al cabo, en el sedante amarillear de papeles del juzgado español. Lo que no impide, por cierto, la resurrección del litigio, cuando algún leguleyo, medio hambreado, vuelve a menear la causa. 

Siglos de avemarías, temblores de tierra, muertos, aparecidos, procesiones, hierras de ganados, conjuros, alfarería, inundaciones, cólicos misereres, sequías, chismorreos, hematurias, toros coleados, lentas mamposterías, fundaciones, carreras de cintas, oraciones para el gusano de las vacas, duelos y guayabas maduras. Los pequeños esclavos que la señorita -dulce de leche, incienso y azahar- obliga a pararse en el hormiguero del patio, bajo la sombra del mango, detrás de la cocina; y el otro, el negro grande, que se insolentó con el amito y es arrastrado, a la cola de un potro, espantando lagartijas y perdices, por los terronales del verano. 

Gente cavilosa aquella, diagnosticará don Mariano Martí, cuando llega a la ciudad, por principios de 1778. Allí durará ocho meses, en el desarrollo de la ciclópea visita pastoral suya. Trece años por la diócesis de Caracas. La que entonces, valga la acotación al margen -a ojo de buen cubero--, comprendería un tercio del territorio actual de la República. En Guanare, Su Ilustrísima ve, refl~iona, prevé y actúa; se informa, juzga, escarmienta, moraliza, anota, avisa, advierte, amonesta, provee y dispone, con el tremendo peso de su meticulosa autoridad. Así, a expensas propias, inaugura el hospital, que sólo existía de nombre, pues en él no había una cama. Reorganiza el convento de San Francisco, que no contaba con ocho frailes ni alcanzaba a cubrirse con un buen techo de tejas. Soluciona el problema del abastecimiento de agua de la ciudad, abriendo una acequia desde el río próximo hasta la huerta franciscana. Esto de un lado. Que del otro, concilia voluntades de vecinos poco dispuestos al diálogo, a tiempo que arremete ferozmente contra adúlteros, concubinos, mujeres de mal vivir y otras especies pecaminosas. 

No hubo cosa de la que no se ocupara este ilustre señor. Por él sabemos que, para la fecha, se contaba con tres maestros en Gu.anare. Venancio, un cuarentón muy pobre que se limitaba con escaso provecho -más por desinterés de los guanareños en la educación de sus hijos que por incapacidad del preceptor- a la enseñanza de las primeras letras; don Domingo López, joven clérigo de cualidades jamás bien medianas, según puede leerse entre líneas, que dejará pronto la pedagogía, para entrar de lleno a la carrera eclesiástica; y el mejor, a juicio de Martí: don Francisco de Velasco. Nacido en el "Reyno de Aragón" y persona de "genio deambulante" -única tacha que le encuentra su obispo-, Velasco había pasado por Carora y Carache, antes de parar en Guanare. Ello aparece registrado en el Libro Personal de Su Señoría. Allí, se dedica al "dicho Velasco" un sustancioso párrafo, donde se incluyen tanto informaciones acerca de su carácter y sobre sus condiciones de educador, como ciertas consideraciones en tomo a la necesidad de que prosiga en las tareas docentes, aunque se imponga el sacrificio de sus aspiraciones al sacerdocio, y hasta la conveniencia de que contraiga matrimonio, en la ciudad. Todo ello, en el propósito de que el pueblo no se quede sin un buen maestro de Gramática. Y lo más probable: que don Francisco de Velasco, ayuno del valor suficiente para poner -como se dice- "tierra de por medio", terminara por amoldarse a la imperiosa voluntad del obispo y renunciara a su antigua vocación trashumante. De ahí, tal vez, la noble tradición de maestros de escuela que distingue a Guanare. Cualidad que hallará su cabal expresión en el más preclaro de los guanareños: el doctor José Vicente de Unda. 

Por aquí pasaron las primeras partidas de insurgentes voceando la recién nacida libertad. Entonces, un caracolear de señoritos, excesivamente almidonados, en caballos lustrosos de gordura, por las calles de piedras. El apelotonarse, para verlos, de las muchachas, tras la celosía; y el donaire de las mulatas, fustanes desgarrados y patas en el suelo. Pero también la fuga del zambo que dieron por ahogado en Pozo del Horno, y después emergió, quién sabe cómo, con un pañuelo colorado en la cabeza, al frente de una banda de lanceros, ajustándoles cuentas a los blancos, por los llanos del oeste. Pero nuestros soldados pusieron su parte de guanareños para ganar la Guerra Grande. En la madrugada de Ayacucho, en el montón de voces venezolanas, se oía el sonsonete un tanto sordo, cortado de aspiraciones, ligeramente ceceoso, que define el habla de Guanare. Esaban allí, quizás temblando de frío, que no de miedo. Con miedo no hubieran ido hasta allá, tan lejos del pueblo, a poner su partecita, para ganar la guerra. 

Ganamos la guerra. Pero cuánto perdimos. Cómo contar los mozos nuestros que se quedaron con un lanzazo en el pecho, en lo que va de Guanare a Ayacucho. Cómo saber de los que se nos perdieron por la Nueva Granada, por Quito y por el Nuevo Reino del Perú. Cómo curar a los que regresaron sin una pierna o un brazo. O a los que volvieron, mutilados por dentro, el ceño como un tajo en la borrachera sombría. Ganamos la guerra. Pero, ¿quién recoge ahora las ganaderías salvajes? ¿Quién apuntalará estas casas de ruinosos aleros? ¿Quién consuela a las mujeres? ¿Quién nos quita el cansancio de trece años de victorias? Es la hora del tedio sobre la sangre seca. El bostezo, cuando algún ingenuo -que los hay todavía- habla de la gloria. El sonreír fatigado cuando otro ingenuo fantasea con sus planes ele fomentos agrícolas. 

Pero, cuenta la tradición de Guanare, por mayo de 1825, la terquedad vascoazteca-guanareña del padre José Vicente de Unda, cura y vicario de la iglesia de Nuestra Señora de Coromoto, ganaba su más fiero combate, en la --de puro distante-- casi legendaria capital de Colombia. La tozudez del doctor Unda --decían los viejos- había perseguido al Libertador, como un amable remordimiento, por las costas y las sierras de la América meridional, entre deshechas caballerías, pólvoras húmedas, carestía de víveres, arcos de triunfo, saraos e intrigas palaciegas, recordándole -sin faltar al debido acatamiento-- la fidelidad de Guanare a la causa patriota y la esperanza que, en materia de educación, igual que en lo demás, ponían en Su Excelencia los jóvenes llaneros. 

Y ahora, en Bogotá -finas lanzas de lluvia, con tientas de huracán y ragaduras de niebla-, Francisco de Paula Santander, vicepresidente encargado de la presidencia -"vengo a decretar y decreto"-, decide la erección del colegio de Guanare. El primero de la República en el Departamento de Venezuela. Para su manutención se aplicarían los recursos del convento que, en la segunda mitad del siglo xvm, fundaron los hermanos de San Francisco en .la mariana ciudad. Abrirá sus puertas en 1832, bajo el patronazgo de San Luis Gonzaga y la rectoría de Unda. Hasta hoy se conserva, antes con la denominación de Colegio Federal y hoy con el nombre de su esclarecido fundador. Un claro ejemplo de la constancia que pone el guanareño en sus empresas de bien. Porque -de acuerdo con las crónicas del viejo Guanare- las cartas de Unda fueron dando tumbos, de la ceca a la meca, por esteros y páramos, entre riadas y yermos; y alcanzaron el potro de Bolívar, en el reflejo salobre del Pacífico, en la ventisca de los Andes del Perú, más allá de más nunca. 

Después, años de tranquilidad aparente. Porque aquí, en el pueblo, las cosas no se enderezan. Pasa el tiempo -interminables mediodías, alucinantes crepúsculos, primas noches de grillos y de ranas- entre contabilidades de mostrador y de esquinas, con silletas recostadas en la pared: fanegas, almudes, cuartillas, pesos y reales, sin que nadie quede satisfecho a la hora de acostarse. Algunos empiezan a preguntarse qué sacaron en limpio de la Independencia. Una quemante frustración devora las entrañas de la gente, corroe la apacibilidad de los patios, perturba la quietud de los corredores de ladrillos, deteriora la penumbra de los aposentos, se enciende bajo los techos de palma y llamea en los caneyes de los peones. Cuando venga la Guerra de los Cinco Años, encontrará centenas y centenas de hombres, a caballo y a pie, dispuestos para jugárselo todo en la puesta de la justicia federal. 

Guerras y paces amordazadas. Violencias de los alzados. Violencias de los gobernantes. Por más que suenen los tambores y las cornetas, se escucha, en el cuartel-prsión, el alarido de los torturados. Por el cementerio, el tiro con que rematan a los fusilados. Una descarga de máuseres en la casa de gobierno y el trote desesperado de quien escapa por la calle real. La gallarda aventura del general José Rafael Gabaldón, con la cual se restea -valga la expresión coloquial- la juventud de Guanare. La batalla en el pueblo. El sabor fugaz de la victoria. Arden las serranías de Biscucuy en la minuciosa persecución de los rebeldes. Pasan maniatados los cautivos hacia el castillo de Puerto Cabello. 

Para los años treinta, Guanare agoniza. Apenas se oía el latido de su pulso en la soledad de la sabana. Las buenas gentes, gastadas por el paludismo, mano sobre mano, se miraban las caras macilentas, con las fuerzas prendidas en un soplo de brisa como fiebre. Por los terronales de abajo, como se llama en guanareño la sabana austral, bajo el cielo en llamas, deambulaban unas cuatro vacas, muertas de sed. Ello permitía clasificar a Portuguesa como estado ganadero. Y, aclaraban  los textos escolares, productor de queso y de cueros de res. Algunos añadían las plumas de garza, como un levísimo recuerdo de la belle epoque. Allá, a las doce del día, el canto de una tórtola, por lados de los cerros, sonaba como una campanada de melancolía. Desde su breve pedestal, un Bolívar de mármol veía pacer los burros en la plaza. Y hasta en el botiquín de la esquina, las conversaciones morían de inanición. 

Todo parecía extinguirse, gota a gota, como se va la vida de un enfermo deshauciado al compás del tinajero. Y de pronto, en febrero, el revivir de las fiestas coromotanas. Llegaban romerías de Caracas, de Valencia, de Barquisimeto, de Maracaibo, del país entero. Cristianos de fe capaz de mover montañas, que venían por entre el polvo gris del verano. Hombres y mujeres de todas las edades y de las más variadas condiciones, que llegaban sucios de camino, sudorosos hasta la deshidratación, con una palabra de alegría a flor de labios. Como alguien --hijo fiel- que retorna a la casa materna. Y, durante media semana, Guanare crecía en millares de habitantes, en fervor mariano, en el más puro sentimiento de solidaridad humana. Porque cada hogar de Guanare se abría a los peregrinos, con un sentido de hospitalidad casi beduina. Después, se marchaban los visitantes y caía sobre el pueblo aquel silencio viscoso que parecía ahogar hasta el verde del árbol. 

Pero un día apareció el milagro de la Malariología, como llamó el bravo pueblo al pequeño y formidable ejército que, organizado y dirigido por el doctor Amoldo Gabaldón, ganaría la guerra más importante de Venezuela, después de la Independencia, bajo la consigna de "por un pueblo sano en un ambiente salubre". Los cruzados contra el paludismo, que en Guanare encabezó un hombre humilde y recio, don Rafael Blanco Gásperi, uno de aquellos venezolanos que asumieron el reto de la malaria como una ofensa personal y decidieron cobrársela hasta verle el hueso al enemigo -para expresarlo con criolla ferocidad-. Así veo hoy a los de la Malariología, porque los vi, como héroes de una entrañable reconquista, cuando se jugaban la vida, la hacienda, la honra y -se diría- hasta el alma inmortal, en la empresa de disputarle al señorío de las sombras el pedacito de tierra caliente y dulce que Dios nos prometió a los guanareños. 

Desde entonces, Guanare, por la voluntad de supervivencia -la virtud más sobresaliente de mi pueblo, junto con su vocación de cultura y su hidalguía sin fatuidad ni esfuerzo-, acentúa su proceso de afirmación vital. De tres mil habitantes que la buena voluntad del Hermano Nectario María -ilustre guanareño nacido en Francia e insigne promotor del culto nacional a la Virgen de Coromotonos artibuía, por el año treinta y cinco, hemos pasado a una población que sobrepasa, con bastante holgura, el número de los ciento treinta mil vecinos. Pocas ciudades han visto tan rápido desarrollo en tan poco tiempo. Pero eso no es lo más importante. Gracias a su privilegiada sitµación geográfica --debid,1 a !a provisión de los fundadores: levantar una ciudad para llenar el vacío entre El Tocuyo y la Nueva Granada-, en un fértil cruce de caminos, Guanate ofrece oportunidades para un desenvolvimiento excepcional en los diversos órdenes de la actividad humana. Estudios de la Universidad de los Llanos Occidentales así lo demuestran. Como también exigen el planeamiento y la realización de programas, en los cuales se armonicen los imperativos de un desarrollo sostenido con  el manejo adecuado de la naturaleza, la preservación del ambiente y el mejoramiento de la calidad de la vida. 

Para ello se requiere la formación y el perfeccionamiento de recursos humanos, capaces de enfrentar el reto que el destino le plantea a la ciudad, en los siglos que vienen. Y eso resulta asequible en la medida en que sigamos el ejemplo de nuestros mayores, centurias atrás, y de hombres que, hoy como en el ayer inmediato, han hecho de Guanare, dentro y fuera de los términos municipales, una morada para el talento y la probidad. Existe, pues, una alentadora tradición de cuÍtura y de laboriosidad, para edificar sobre ella un futuro esperanzador. Existen, asimismo, problemas, seculares algunos de ellos, como la escasez de agua, aberrante en una ciudad situada entre ríos. Problemas grandes, medianos, pequeños. Problemas . . . Sea propicio el cumpleaños de nuestra procera ciudad para enfocarlos sin pasión, con ánimo librado de prejuicios, en clima de fraterna convivencia. Para tratar de solucionarlos, cada quien en su medida de responsabilidad guanareña. Que es muy buena medida de venezolano y de hombre.


Referencia

DISCURSO DE ORDEN PRONUNCIADO POR EL PROFESOR JOSE SANTOS URRIOLA, EL DIA 16 DE ENERO DE 1992, EN LA SESION ESPECIAL CON QUE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA CONMEMORO LOS CUATROCIENTOS AÑOS DE LA FUNDACION DE GUANARE https://biblat.unam.mx/hevila/BoletindelaAcademiaNacionaldelaHistoriaCaracas/1993/vol76/no301/3.pdf

viernes, 31 de mayo de 2024

Los Samanes


 Eddy Ferrer Luque


Lugar histórico de nuestra ciudad ya que alli, según la tradición, acamparon las tropas que, bajo el mando del Brigadier Simón Bolivar, realizaban la Gran Campaña Admirable el 1o de julio de 1813.


 A partir de 1982 este sitio se ha convertido en Parque de recreación familiar, para solaz de quienes desean disfrutar las áreas verdes que se extienden por toda la falda del cerro "El Calvario".


Bajo la sombra de los samanes se encuentra un pedestal con placa que destaca tal hecho.


Este parque histórico y recreacional está situado por detrás de la vieja caja de agua, atendido por Inparques.



Referencia

 Ferrer Luque, Eddy. GUANARE 1591 - 1991. 4 SIGLOS. Biblioteca de Temas y Autores portugueseños del Congreso de la República Conmemorativas del cuatricentenario Caracas/Venezuela/ Noviembre 191. 


El Calvario

 


EL CALVARIO

Alfredo Gómez Alvarez


Para 1883, siendo Presidente del entonces Estado Zamora el barinés General Juan José Canales, éste hizo poner en la cima del cerro situado en la parte norte de la calle Unda, hoy 17, una cruz de madera, siendo el lugar bautizado como "Cerro del Calvario", esta situación se mantuvo así, hasta que en 1891 el General Jesús María Romero, cojedeño, hiciera fabricar en dicha colina un arquitectónico pedestal sobre el cual se colocó una hermosa cruz de hierro y para complementar la obra se construyeron unas agraciadas glorietas, que servían para descansar cómodamente sentado disfrutando de la fresca brisa del norte, lo cierto es que el sitio se hizo atractivo para los momentos solaz, de esparcimiento para grandes y chicos, los mayores disfrutando de las hermosas lunas guanareñas, al compás de la música romántica de la época, los pequeños gozando las grandes emociones con el serpentear de los vistosos papagayos encumbrados, algunas veces mezclando frases de buen decir con palabras soeces, de esas que hacen estremecer a los puritanos de la lengua, hecho que ocurría cuando observaba el empate que se había formado en el hilo número ocho- que se usaba al cobrar el papagayo por la pérdida progresiva de la brisa, todo un acontecimiento en tardes felices, así fue la permanencia de este sitio, hasta que dos hechos lo desligaron del pueblo, primero al tratar de convertir su camino en carretera para colocar aquí las estaciones del viacrucis que perjudicaron su integridad, pero lo más grave después bloquearon el caracol que permitía su acceso con una construcción particular, usurpándose un patrimonio del pueblo, hecho que ocurre ante la mirada indiferente de los señores concejales y el pueblo mismo, hoy a los

cien años del arreglo de este sitio es cuento del pasado.


Referencia 

Gómez Alvarez, Alfredo. 1991. Pequeña historia de la Ciudad de Guanare. Edición del Congreso de la República Conmemorativas del cuatricentenario de Guanare. Caracas Noviembre 1991. pp. 85.



lunes, 16 de mayo de 2022

Relación de Ospino en el año 1818 (Croquis del pueblo de Ospino y sus alrededores.)

Con carta de Juan Carlos Pelayo de León, al brigadier Ramón Correa, gobernador de Caracas (Ospino, 3 de enero de 1818). CUBA,899




Croquis del pueblo de Ospino y sus alrededores.



Referencia

Archivo General de Indias (Sevilla, España). 1818. Croquis del pueblo de Ospino y sus alrededores. http://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/26231

EL BRIGADIER EN GUANARE EN EL AÑO 13 Parte I

Tío Tigre, Tío Conejo, Onza, Tigre y Lion

Como era habitual, todos estaban sentados alrededor de la fogata. El crepitar de las brasas era lo único que se oía. Los niños sentados sobre el piso se miraban buscando respuestas a la tardanza inusual del abuelo. Sobre el umbral de la puerta aparece la figura alta y fuerte de un hombre de 60 años que conserva un cuerpo duro y ágil. Sus ojos azules, su barba y cabello blanco le dan una poderosa imagen de hombre de empresas bravías y de vastos conocimientos. Su color de piel delata que en sus venas corre la sangre de los hombres de arepa y chicha. Traía una butaca de samán.

Al entrar se escucho casi al unísono un - BENDICIÓN ABUELO - como si hubiese sido ensayado para la ocasión. Dios los bendiga, dijo, mientras los miraba y detallaba  a cada uno: José, pequeño de 12 años experto nadador y cazador de conejos; Simón, el más alto tiene los ojos del abuelo y con apenas 10 añitos, Gabriel a pesar de sus once veranos vividos es un joven astuto y paciente capaz de agarrar las torcazas y perdices con la mano y María de los Angeles la más vieja: 14 años, con su cuerpo adolescente ya casi completo, es tan inventora como ingenua, capaz de encaramarse en el más alto de los arboles, así como bañarse con sus hermanos con la ropa de todos arrumada a la orilla de la quebrada y nadar como una tonina desbocada.

Se sentó entre la adolescente y el paciente, soltó una sonrisa para entrar en calor y comenzó su historia de la noche:

Mis guerreros hoy no les contaré sobre Tío Conejo y Tío Tigre, ni las hazañas de Onza, Tigre y Lión; los cuentos de espanto y aparecidos los dejaremos para una noche con menos luna - los muertos hoy descansaran en paz - Les contaré sobre una ciudad y de un hombre, como tú y como yo, que pasó por las tierras que vemos a lo lejos y que se conoce como llanos. Esto ocurrió hace hoy exactamente 20 años.

Los niños habían nacido entre montañas y neblinas, su padre era del pueblo y su madre de donde ellos eran. Nunca habían estado en un lugar donde se encuentre reunidas mas de 10 casas. Allí en las soledades del bosque andino se había refugiado el abuelo en busca de la tranquilidad que en su momento no le brindaba el terruño nativo.

José, Antonio, Gabriel y María de los Ángeles esperaban ansiosos el inicio del relato.

Esto que voy a contar ocurrió en el año 13. Como ahora llovía mucho, llovía mucho, eran aguaceros que duraban varios días y con tanta intensidad que los caminos  se volvían intransitables. Una tropa, hombres armados con espadas, lanzas y fusiles: algunos a caballo la mayoría a pie. Van camino a una ciudad que fue bautizada con un  nombre muy largo: LA CIUDAD DEL ESPIRITU SANTO DEL VALLE DE SAN JUAN DE GUANAGUANARE.

La noche la han pasado en una rancherías, la cual es conocida como Biscucuy. Paso obligado de viajeros que venían de Boconó de Trujillo o de los que iban para Chabasquén en el camino del Tocuyo. La ruta mas transitado era el primero, por allí se van directo al puerto de la Ceiba lo que nace en esa tierra tabaco, añil, algodón, maíz, cueros de res y venado y el café y cacao que se da muy bien en esta zona, rumbo a España la tierra de su Sacra Real Majestad.

Esta zona de la provincia es un paraíso; la casi continua lluvia y la montaña hacen de estos lugares propicios para una exuberante vegetación que sirve de refugio, alimento a cuanto bicho de monte pueda existir: de pluma o de pelo, terrestre o acuático, aéreo o arborícola, de sangre fría o caliente.

El cachicamo que es tan pendejo y trabaja pa´lapa: el morrocoy que no sube palo igual que el mono no sube corozo: y el tigre,  !el tigre! Donde éste ronca no hay burro con reumatismo; oyes ese alboroto? Son las guacharacas. Y eso parece un  hombre, camina en dos patas !Vade retro Satanás!. Tranquilo ese es el calumniado Salvaje, también conocido como el oso de anteojos o frontino. Y así hay muchos animales como palos hay en el monte: venados, picures, váquiros, matacan, zorros, perros de agua, cunaguaros, faros, paujíes, gavilanes, araguatos, pumas,...!

El bastimento para la tropa era aportado por la cacería que abunda en la zona: báquiros, venados, paujies, pavas, dantas, entre otros bichos: de los conucos obtenían  maíz y caraotas; y cerezas de café verde, los cuales servían para entretener el hambre de la tropa. El jobo, fruto carnoso era muy buscado por los soldados,  aunque algunos los comían con recelo debido a la creencia de que su consumo era el causante de la fiebre amarilla. En esta zona no se da muy bien el ganado debido a la humedad, la cual les provoca una gusanera o nuches que los debilita y les provoca la muerte. En el sitio donde se encontraban se habían  aliviado el hambre comiendo de los frutos del Pan de Pobre que existe en el despoblado que llaman mercado.

La tropa aunque no lo exterioriza, está impaciente, la inminencia del combate los mantiene en constante vigilia. Duermen poco, el viento helado que baja de la montaña los hace tiritar. La mayoría se encuentra en tierra extraña, son pocos los que conocen la zona. El grueso de la tropa lo conforman hombres que viene de la Nueva Granada. Desde que entraron a Venezuela pasando por San Cristóbal, Mérida y Trujillo se les han sumado algunos voluntarios, pero no en la cantidad que esperaba el comandante que los dirige. Este le comenta a su compañero Rafael Urdaneta:  Gran pesar para mi espíritu, no creí que estos pueblos fueran a reaccionar de este modo: ni víveres, ni armas, ni bestias, ni ropa, nada; todo lo esconden y los hombres rehusan a ser reclutados,  sino fuera por mi fuerza de voluntad ya habría desistido, pero adelante que la lucha nos espera.

Mérida es la ciudad donde se enrolan muchos de los que aquí vienen, allí eran estudiantes o profesores de la universidad.

José María es un médico graduado en Bogotá, fue el primer médico en ejercer en su pueblo natal y pionero en la aplicación de la vacuna antivariolica colocando en un año mas de 3000 inoculaciones y después de ejercer en su ciudad  fue llamado a crear los estudios de medicina en la ciudad de Mérida. Al enlistarse en el Ejercito de la Unión es nombrado Jefe del Cuerpo Sanitario cargo que ejerce con gran destreza y humanidad. El conocía las razones de  esta revolución, la cual se estaba fraguando desde la época de Gual y España. Su hermano hombre de gran inteligencia y sabiduría al servicio de la iglesia lo mantenía informado de todas las tendencias políticas y del movimiento emancipador, por algo había sido uno de los firmantes de acta de la independencia hace casi dos años. 

Una comisión quedó  en Trujillo a la caza de un contingente de realista que los andaba buscando. Estando en Biscucuy el grupo de espías de la mosca había logrado descubrir a un pequeño de soldados del rey que se aproximaban al poblado, pero que fueron prevenidos de la superioridad de los sediciosos y emprendieron la huida.

El Desembocadero

José María se encontraba en la retaguardia cuando escucho el grito: -!La caballería rápido! enemigo en retirada -.  Los hombres y sus cuadrúpedos salen a todo galope.

En el sitio del Pajal, también conocido como El Desembocadero del río Guanare, les dieron alcance. El impetuoso río llamado Zazaribacoa en la parte alta, en esa parte deja de comportarse como un río de montaña y comienza su tumultuoso y pesado andar en el ancho valle:  también en ese sector desemboca en él, el río Anus.

El resultado fue  desastroso para el ejercito realista; mas de la mitad falleció, el que no murió combatiendo se ahogó en el paso del río y fue alimento para caimanes y caribes: A los soldados capturados se les dio dos opciones: servir al ejercito patriota o morir fusilados. A los oficiales que los dirigían se les dio solo la última alternativa.

Allí mismo, bajo la sombra de centenarios samanes y una inmensa población de mijaos coronados de vistosas orquídeas nazarenas, fueron fusilados 3 oficiales del ejercito realista; el comandante  que fungía de jefe era Julián Montalbo, el cual pagó doble pena; la de haber perdido, siendo español (Decreto de Guerra a Muerte) y la de haber abandonado al ejercito patriota en San Carlos el  25 de abril del año anterior (Traición a la patria): en aquel entonces Julián Montalbo entregó la caballería...este hecho cambió la historia y favoreció la perdida de la primera republica.

José Unda, El Médico

Luego del inventario de las armas y de haber enviado una comisión a la ciudad de Guanare, el Brigadier hizo traer a su lado al medico José Unda, cuando este se presentó le preguntó por el estado de la salud de la tropa.

Este fue su informe:
-Comandante nuestro ejercito tuvo pocas bajas si las comparamos con el desastre que se le produjo al enemigo, la mayoría de los soldados presentan heridas leves que han sido atendidas, de verdad que ha sido insignificante…
-Bien Unda, de verdad que ya yo se lo que Ud. me dice, la razón por lo que lo mandé a llamar es otra.
-Dígame Brigadier no esta conforme con mi trabajo.
-No nada que ver, solo que vi como Ud. se batió como un soldado en esta escaramuza y con una pasión poco vista en ningún soldado  y debo felicitarlo por su valiente actitud, pero le agradezco no repetirla por que un médico en mi ejercito vale por 100 hombres.
-Si mi comandante, espero que esto no vuelva a ocurrir, pero quiero que entienda que estamos a punto de entrar a mi ciudad natal y comprenda que dos de mis hermanos, presbíteros ellos, estuvieron a punto de ser muertos el año pasado por patriotas y no quiero que los españoles  tomen represalias contra José Vicente y José Antonio, sabiendo nuestra cercanía, así que solicito me permita dar alcance a la comisión que fue a tomar la ciudad…
-Bien Unda, vaya pero dejo la impulsividad que lo caracteriza y me le envía saludos  a su hermano Vicente.  

La ciudad más rica de los llanos estaba cerca.

Antes que los pies, fueron los ojos de Simón  los primeros en posarse en los llanos venezolanos. Parece un mar, un océano. Hacia el sur no se ven irregularidades, quien sabe donde termina - o empieza - esta llanura. Mientras más bajamos más grande se hace la serenitud de estas tierras.

Sálvese quien pueda
Solo un hombre logró escapar de la escaramuza del Pajal. Al pasar la quebrada Las Piedras comenzó a gritar:  nos han derrotado, corran, escóndanse, sálvese quien pueda. El Teniente de Justicia de la ciudad  lo manda a detener con dos guardias y le increpa:   ¿Y Montalbo? El joven aun jadeante le dice: Todos están muertos, es cierto lo de la proclama de guerra a muerte y no son cuatro locos como su excelencia decía, son casi mil creo yo y cayó desmayado.

Un dejo de contrariedad brillo en los ojos de Don Nícolas Trujillo, Teniente de Justicia desde hace un año, cuando los realistas retomaron el poder que habían perdido desde que un grupo de españoles criollos habían declarado la independencia. El primer trabajo cuando asumió el cargo fue poner preso y enviar a la justicia real a cuanta persona había declarado simpatías por la causa patriota. Este Trujillo era paisano de Monteverde y antes de la declaración de la independencia era un ser tranquilo, amable y dedicado a su trabajo. Luego de la caída de la república, llega como Jefe de Guarnición el también canario, José Martí y por recomendación de Monteverde lo nombra Teniente de Justicia y eso fue como si se transformara, paso de ser una paloma a gavilán: se convirtió en una bestia, metiendo preso a todo el que consideraba traidor a la patria y a los que no le caían bien y eran inocente. Además confiscó bienes e impuso impuestos de guerra injustos.

Ahora estaba en desventaja. Lo primero que hizo fue avisarle a Ignacio Huizzi y a Francisco Alvarado sus amigos:

-Por tanto recoged todo lo que podáis, agarraremos las de villadiego. Vienen por el camino de Biscucuy nos iremos por el camino real del Tocuyo, tengo un compadre con posesiones en Suruguapo y Villanueva, allí nuestros bienes y familias estarán a salvo.

Varias fueron las familias españolas que emigraron. Conocían a medias los enunciados de la Guerra a Muerte y no se quedarían allí para comprobarlo.

El Real Estanco del Tabaco

El Real Estanco del Tabaco funciona al frente del convento franciscano llamado mas comúnmente el Hospicio. En la oficina principal los administradores debatían la estrategia a seguir en vista de la situación, en esas oficinas se encontraba el producto de la comercialización del tabaco en la zona: y a la cual le rendían cuenta los administradores de Carora, San Felipe, Barquisimeto, Trujillo, El Tocuyo, Araure, Barinas y Nutrias.

Don Luis Gonzalo le dijo a sus compañeros: No creo que esto llegue a hechos de sangre: recordad lo que aconteció el año pasado, se crearon comisiones y se pudo hablar con los oficiales que iban a tomar la ciudad.

Pero estos no son españoles -apunta José Velazco- los que allí vienen  no son la misma gente y sabrá Dios, cuales son sus intenciones. Sé que se  están viviendo vientos de cambio, pero les digo algo; yo nací español y como tal quiero morir, a mis 65 año ya estoy muy viejo para estar escondiéndome o para denigrar de nuestro Rey al que le debemos lo que somos. Que vaina, yo no voy a estar buscando a Dios por las esquinas. Me quedo.

Son tres los administradores del Estanco del Tabaco, el cual  cumple las funciones que años atrás hiciera la Compañía Guipuzcoana. Muchos vascos que llegaron con esta empresa se quedaron en el pueblo y aquí se habían casado y tenido hijos. Los tres que aquí se encontraban eran poseedores de las llaves que abría el cajón donde se guardaban los frutos obtenidos por las ventas del tabaco, el cual era muy solicitado en Europa. Don José de Rueda se mostraba inquieto, sus manos no encontraba donde meterlas, a pesar de su  timidez hizo un esfuerzo y  señaló:

-Y lo del decreto, dicen que no dejará español vivo, !Nos mataran¡.

Se detiene en el balcón, mira un tiempo hacia las montañas del norte, se voltea y dice decidido:

-Yo no se ustedes,  pero yo me voy.

María Antonia, la esclava de la familia Unda

Esa la mañana una espeluznante bruma cubría la ciudad, con el  frío mañanero y el tongoneo de las campanas llamando a la oración matinal, las mujeres de canela y carbón se movían presurosas en busca de agua para los quehaceres diarios.

De las casas subía lentamente el humo de los fogones donde se cocían arepas y cachapas.

María Antonia, la esclava de la familia Unda dábale al pilón con los mazos, uno en cada mano negra, buscando el punto ideal para la masa de maíz blanco. Sobre el gran budare de arcilla colocaba las arepas 8, 9, 10 de una vez.

La casa de los Unda es un quinterón alto donde han nacido y vivido los ocho retoños del matrimonio de Don José Francisco de Unda Navarro y Doña María Francisca García; la señora por el gran amor sentido hacia su esposo y con la anuencia de este decidió llamar a todos los hijos José y a la única niña Francisca.

Varios ranchos de bahareque bordean la ciudad, la mayoría se ubican alrededor de los caminos que como si fueran ríos que salen de Guanare: el camino de Boconó, el que va pa´ Biscucuy, el de la Mesa, el que viene de San Rafael, pasando por María, el de Sabana Dulce y el de Moritas.

Los vegueros

José  Manuel Díaz  y  Cantalicio Colmenares son dos vegueros, pardos libres,  que visitan con frecuencia la ciudad. Esa mañana llegaron cuando salía el último soldado de la tropa del comandante Montalbo, quien tenia bajo su responsabilidad detener a un grupo de sediciosos que según el correo de brujas venia bajando la cordillera camino de Biscucuy.

-Vacié carajo, esto si está raro hoy; fíjese usted la tranquilidad y el año pasado cuando tomó la ciudad el capitán Juan Nepomuceno Hurtado- todo era un alboroto. Mucho a esta hora habían dejao  el polvero.

-Si verdaíta cierta, a esta hora ya se habían pirao.

-Recuerda eso eran puras comisiones pa busca a las armas de Coro  y que  para entregarles la ciudad.

 -Compadre lo que pasa es que esa gente está muy segura de que las tropas del Rey la protegerán, pero yo no creo; las malas lenguas hablan de un ejercito de mil hombres armaos con lanzas y fusiles que baja con un tal Simón.

- Púyote! Que vao, yo no confío en naiden, estos creen que porque el año pasado no hubo represalias, salvo el enjuiciamiento de los hermanos Unda, por alborotadores, no hubo hechos que lamentar, pero lo que soy yo, me llego hasta el rancho con la vieja y escondo mi mercancía antes que me la decomisen para la patria, basirruque¡.

- Cónchale  compa, mejor nos vamos, mire que Nemesio llegó hace días de Trujillo y dijo que se salvo de vainitas de ser reclutado, mejor nos vamos pa nuestro monte no vaya a ser que…

-Bueno compa no hablemos mas y pirémonos,  nos vemos en la guachiconga, después que pase este alboroto.

La entrada a Espíritu Santo

Un poco después de la hora del burro, entra la primera avanzada de la tropa patriota a la ciudad. Los granadinos Girardot y D´elhujar comanda la unidad, a su lado el Jefe del Cuerpo Sanitario. La ciudad se encuentra desolada y en silencio, de pronto  las campanas de la iglesia de la plaza comienzan a repicar en son de fiesta.

- Ora pues, parece que todo el mundo ha huido de este pueblo su merced.

- De todas formas revisen bien las oficinas públicas: el cabildo, el cuartel, el estanco,  este convento…y vayan a ver que quiere ese cura barbuo que esta gritando en ese campanario, sino es a nuestro favor bájenlo aunque sea a piedras y me lo encierran.

Al entrar el Brigadier, jefe de todo el ejercito, le hacen entrega del siguiente parte:

En la ciudad hay aproximadamente 12000 habitantes, tres iglesias y en la principal se venera a la Virgen de Coromoto, existe una oficina del Estanco del Tabaco, antigua sucursal de la Compañía Guipuzcuana y donde se han encontrado 200.000 pesos, víveres, ropas y tabaco en grandes cantidades. Hay 5 haciendas de caña de azúcar con su trapiche. Hay tres escuelas. El pueblo cuenta con muchos españolas realistas, pero casi todos huyeron por que se enteraron de nuestra llegada por un soldado que logro escapar de Desembocadero. Han sido capturadas tres personas, quienes manifiestan su lealtad a la corona española. También hay un hombre que desea hablar con Ud., dice conocerlo de Caracas y principalmente del Congreso: es el cura José Vicente Unda.

La tropa acampó al norte de la ciudad, en un bosque encantado conocido, extrañamente, como El Pionío, una tupida selva con grandes arboles de los cuales sobresalen los samanes y mijaos, imponentes representantes de la vegetación llanera. Estos arboles son los que mantienen un sin números de manantiales que han saciado la sed de la ciudad, estos manantiales protegidos por duendes o dueños del agua. Estos gigantes ademas protegen a la ciudad del calor que se siente con mayor fuerza en estas latitudes. En esta área la tropa consigue sombra, agua y también alimento: matacanes, cachicamos, picures, guacharacas y paujíes. Los troperos pudieron comer de merecures,  guanabanas, jobos y otras especies.

De la quebrada uno que otro obtenía una piedra de oro de vez en cuando. 

Guerra a muerte

De las tres personas capturadas, uno es el blanco José Velazco y otro un de los monjes franciscanos, un viejo mal encarao que repetía con in voz chillona y apocalíptica:

- Volveréis a sentir la fuerza de Dios. Igual que el año pasado, sentiréis el poder divino por irrespetar a nuestro soberano el rey de España y a su representante en la tierra su santidad el Papa,

Todos estaban destinados al paredón del patio del convento. Antes de esta acción varias matronas guanareñas dirigieron una carta al comandante de los patriotas, donde le pedían clemencia y humanidad por la vida de estos hombres y en especial por Don Velazco, pero en términos bastante fuertes porque lo llamaban cruel, bárbaro e inhumano si los sacrificaba. Esta misiva fue entregada por el Cura Unda, quien también  intercedió por la vida de estos hombres.

Bolívar sin mirarlo le dijo:

- Mí apreciado amigo, lamento no poder cumplir con tu petición. Pero la falta de una  mano dura  fue uno de los motivos de la perdida de la primera república, cuando Miranda en vez de pelear capituló. Además, recuerde que está en vigencia el Decreto de Trujillo y allí esta estipulada la forma de serle perdonada la vida a estos señores, pero ellos no quieren otra cosa sino morir por su rey. 

Unda salió desconcertado.

Rumbo a las montañas se oyó una ráfaga discordante, la cual manchaba de  sangre y agujeros la pared trasera del convento y tres cuerpos moribundos caen al suelo. Varios gritos desgarradores y espeluznantes,  como el canto de la pereza de palo, retumban y hacen eco en el valle de la quebradita. Allí mismo los capuchinos  enterraron a su hermano.

Una ciudad señorial 
La ciudad mostraba signos de opulencia, grandes mansiones servían de morada a hombres que trabajaban la agricultura y la ganadería. Unda en una de las tertulias mantenidas con el jefe expedicionario, mientras caminaba por la ciudad,  indicó que si bien era bastante dinero lo conseguido en el estanco, lo que demostraba la riqueza de esta,  la mayor parte del tabaco no es vendido a éste sino a los extranjeros que llegan, vía fluvial, hasta la ciudad o sus cercanías para comprarlo a mejor precio, la zona es una de las que produce mayores números de animales y principalmente mulas las cuales son llevadas de contrabando por el camino secreto de la mulas el cual viene de Pedraza en Barinas pasa por las cabeceras de los Ríos Guanare y Anus, atraviesa el Tocuyo y llega hasta el litoral coriano donde es comprado principalmente por los holandeses de Curazao. Además se prepara pescado, algodón, maíz, cueros de res y venados que son llevados a Maracaibo, vía Trujillo. La iglesia de Guanare es una de las mejores adornadas de Venezuela, debido a la bendición de  hospedar en su seno la imagen de la virgen de Coromoto, la cual apareció en 1652 a un grupo de indios.  Sepa que el limitar la  libertad de comercio con el monopolio es lo que ha llevado a que la mayoría de la población vea con buenos ojos la revolución.

Bolivar, Unda y Curasao

-Bolívar escucha atentamente y de pronto interrumpiendo al cura le pregunta:

-Dígame Unda, es acaso por eso de los contrabandistas holandeses que Ud. mencionó que este barrio ubicado luego  de la quebrada que pasa detrás de la iglesia, que por cierto si no hacen algo le destruirá los cimientos, se llame Curazao.

-Ud. está errado mi querido comandante, igual pensó un viajero quien dio otra hipótesis: "se llama Curazao por el carácter insular en que queda cada vez que estas quebradas se inundan durante las lluvias". Craso error. Al parecer poco después de que Juan Fernández León fundara la ciudad un fraile muy huraño y de carácter … , llamado Miguel Oraa Zuñiga, se instaló en aquella mesa, señalando al norte, la cual desde esa época la llaman la del cura. Pocas veces la gente había visto a este franciscano, para su atención tenía un esclavo quien era el que venía a hacer las compras a la ciudad. La gente de este pueblo, que es reconocida por su lengua viperina, comenzó a propagar la especie de que el cura estaba podrido en plata y esto llevó a que un grupo de desadaptados le cayera por sorpresa cuando estaba solo y lo sometiera a torturas para que entregara el tesoro del que hablaba la gente, el cura no soltaba la lengua y se negaba a ubicar lo que tal vez no poseía. Al jefe de los delincuentes se le ocurrió envolverlo en una piel de vaca que se secaba en un botalón. Luego de embojotarlo lo fueron pasando por una fogata, como al final el padre no dijo nada los malandros ya cansados y previendo que las autoridades los sorprendieran y para evitar su posterior identificación decidieron dejar que el cura muriera bajo el fuego de las brasas. Antes de morir el hombre maldijo a sus captores y a todos los Guanareños a sufrir penurias por toda la eternidad. Por ese cerro que domina la ciudad fue conocido como el cerro del cura asado, lo cual el pueblo llamó simplemente  curasao, pa donde va pal curasao  y Curasao se quedó.

Bolívar miró por un rato la famosa mesa como buscando en sus orillas la figura del sufrido padre, al cabo de un rato le dijo a su interlocutor.

Guanare, Bolivar y Juan Fernandez de Leon

-La primera vez que hoy hablar de Guanare, fue cuando mi madre le decía a mi aya, la negra Hipólita, que tal vez mi fama de inquieto y preguntón me venía de familia por que yo tenía un abuelo que durante la conquista se destacó en la fundación y población de Caracas con el capitán Diego de Lozada, luchó contra indios y franceses y al que luego le encomendaron la tarea de fundar la primera ciudad llanera de Venezuela y por tanto Juan Fernández León, mi abuelo lejano, era el padre fundador de la ciudad de Guanaguanare.  Para el mismo Bolívar pensó: ojalá la providencia me de la fuerza, voluntad y la vida para ser el padre fundador de esta patria…

Continuó Unda con la visita guiada a la iglesia matriz:

-Ese altar que ve en el centro es de plata mexicana y observe como se extiende hasta los extremos del altar superior. Estos adornos pudieron ser realizados gracias al aporte de feligreses agradecidos por milagros recibidos a través de nuestra señora. Los cálices, esas lamparas, el altar fue iniciado en 1777 y fue dorado en oro, la mayor parte de estas piezas inicialmente estaban en Tucupido pero fueron traídas aquí para ser mejor cuidadas.

Para las paredes se usó leche en vez de agua…

Dentro de la iglesia le dice Unda a Bolívar que él tiene en su iglesia a un español, que no desea reconocer la independencia, pero que es padre de familia y buen marido y además su amigo desde hace muchos años. Bolívar no se inmuta ante esta afirmación del religioso y luego de unos segundos le indica:

- Pues, padre, Simón le agradece mucho la confianza: pero le recomiendo que sea cuidadoso y evite que esto no lo sepa el Brigadier Bolívar, porque si esto llega a ocurrir,  se lo va a tener que entregar por las buenas o por las malas.

Luego de festejar la salida de su interlocutor, siguieron hablando y se dirigieron al altar.

Estaban en el templo mejor adornado de toda la Capitanía General de Venezuela, tesoros invalorables producto de promesas y regalos hechos por devotos agradecidos por los favores recibidos de su Virgen, nuestra virgen de Coromoto...

En este momento, el abuelo se percata que todos los niños se han dormido y solo María de los Ángeles prestaba atención. Le pidió ayuda a su nieta para llevar a sus hermanos hasta sus aposentos y cuando cerraba la puerta del cuarto la mano de la intrépida le impidió que la cerrará;

- Abuelo puedes seguir contándome la historia que no tengo sueño.... El abuelo asintió con su cabeza, en el fondo el estaba alegre de recordar aquellos tiempos ido y como el pensaba, me da dolor de bola recordar el pasado y por  no tener a quien contarlo, se sintió alegre de tener con quien compartir sus vivencias.

La nena pidió que le describiera como era el comandante ese el caballero, que se llamaba como su hermano, el de los diez años.

Sabes ese joven de 29 años no causaba buena impresión a primera vista, era pequeño un poco mas alto que tu como de esta altura, provenía de una de las familias de mayor linaje de Caracas, donde había nacido

La gente de Guanare no creía que el creador de la Guerra a Muerte fuera ese retaco comandante, que además era inquieto pero con una férrea decisión que lo llevaba a cumplir con la empresa que se propusiera por mas difícil que fuera.

Por su juventud era impetuoso, alegre y gustábanles las fiestas como a nadie. Cuando salía a bailar no había pareja que se le negara por lo hábil que era. En una vivienda ubicada al lado de los almacenes del Estanco ese día le celebraron tremendo sarao.