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"La historia está presente y nos rodea en todas las horas, porque no es otra cosa que la vida” Arturo Uslar Pietri

jueves, 27 de diciembre de 2018

CRÓNICAS GUANARITEÑAS ELADIO CRESPO FLORES: HOMBRE PÚBLICO Y POLÍTICO A DEDICACIÓN EXCLUSIVA



Eladio Crespo Flores nació en Guanarito, creo que a finales de la década de los 30 o a comienzos de los 40. Hijo de doña María Flores, llaneraza de mucho guáramo. Doña María contrajo compromiso conyugal con otro guanariteño genuino: don Juan Crespo, quien reconoció a Eladio y le otorgó, legalmente su apellido; sin embargo muchos guanariteños lo llamaban, sencillamente Eladio Flores. Sus hermanos son Hilda, Ernesto, “La Negra” (esposa de Antonio Carvallo), Pedro Manuel (fallecido), Eldo, José Alberto (fallecido), las morochas (Xiomara y Miroslava), Maritza, Paula y del menor de los hermanos cuyo nombre se me escapa de la memoria.

Desde muy joven se dispuso a enfrentar la vida y se inició como maestro rural en el caserío Pirital (jurisdicción de La Capilla). Allí le tocó primero hacer un censo de familias con muchachos en edad escolar, sin embargo la realidad fue otra: casi todos los censados estaban para educación de adultos, pues pasaba, la mayoría, los catorce y quince años. 

En una de las visitas que le dispensé en su casa, en la urbanización El Placer de Guanare, me contó que a él en Pirital le correspondió vivir una experiencia parecida a la de Bolívar en El Rincón de Los Toros, cuando intentaron asesinarlo en su hamaca, pero no era Bolívar sino otra persona quien ocupaba la hamaca. Cuando un maestro o maestra llegaba a un caserío pasaba a ser una persona con privilegios, pues la comunidad se encargaba de su hospedaje y alimentación, además de regalos como gallinas y atenciones especiales.

Lo cierto es que Eladio tenía un enemigo oculto, creo que por unos amoríos con una mujer que aquel otro hombre pretendía. Una noche hubo una parranda llanera en la que estaban presentes los dos rivales. Eladio muy dado al baile del joropo y a las parrandas, había colgado su hamaca para reposar de vez en cuando, y hubo un hombre, quien inocente de la querella entre Eladio y el enemigo silencioso, se le ocurrió acostarse en aquella hamaca. A la medianoche apareció entre las penumbras llaneras el sujeto, y cuchillo en mano, de forma artera, le asestó varias cuchilladas, creyendo que había matado al maestro Eladio Crespo Flores, pero la realidad fue otra: murió un inocente, y el victimario tuvo que pagar su equivocación con varios años de cautiverio.

Desde su adolescencia se enroló en las filas del partido Acción Democrática, que fue una de sus más grandes pasiones. Por AD fue varias veces concejal, ocupando la presidencia de la Cámara Edilicia de Guanarito, y logró también por un período ser diputado a la desaparecida Asamblea Legislativa de Portuguesa. Siempre fue directivo, incluso Secretario de Organización (máxima autoridad política) del Comité Ejecutivo Distrital de AD. Sus conocimientos de político autodidacta y la constancia en la lucha le permitieron ser, no un gran tribuno, pero sí un orador de aquilatadas convicciones y poder de palabra en su voz nasalizada y su “media lengua”, o “lengua mocha” (como les decimos a los que tienen alguna dificultad natural para pronunciar. Y como dice la canción ranchera de Cuco Sánchez: “no soy monedita de oro pa caerle bien a todos”, también tuvo sus adversarios y detractores, pero por lo general, fue muy apreciado en su pueblo.


Nunca olvido una anécdota muy simpática, en medio de lo trágico. Acontece que murió el viejo Canelones (un indiecito, creo que de Apure que había llegado muy joven a Guanarito). El viejo trabajador, pero muy dado a la bebida, murió en una de sus peas, y fue velado en una rústica y fea urna de tablas, fabricada por un grupo de bebedores amigos suyos. Como murió un domingo, nadie encontró al presidente del Ayuntamiento para pedirle una urna. El lunes por la tarde pasaba el cortejo fúnebre por plena calle, y Pedro Rafael Díaz Álvarez, mejor conocido como “PON”, ordenaba poner la urna en el pavimento para descansar y echarse un palito, mientras decía en su dialecto entre coriano y maracucho: ¡Estas son las urnas que regala el presidente del Concejo! Al pasar el grupo de hombres frente de la casa de doña Carlota de Mezerhane, ella, al ver semejante cuadro dantesco, se persignó y cerró la puerta de su casa. Estas peripecias llegaron a oídos de Eladio, quien inmediatamente buscó a Germires Asís quien vendía urnas y le pidió que llevara una al cementerio para enterrar al indio Canelones.

Eladio, en primeras nupcias con Hilda Parra Utrera, concibió cuatro hijos: Vianney, said “Chao”, Trinidad y Eraida.

Posteriormente contrajo matrimonio con la estimada maestra Teresa, con quien también procreó una prole y quien atendió sus enfermedades hasta la hora de su muerte: 10 y 30 de la mañana de este 24 de diciembre de 2018.


Con él me quedaron truncas varias conversaciones sobre cosas y casos de aquel Guanarito que tanto me encanta particularmente, y me inspira para escribir estas crónicas. La última vez que lo visité, todavía en plena conciencia, me regaló un libro titulado “El Retorno de los brujos” de dos autores: Louis Pauwels y Jacqes Bergier. Me dijo que nunca lo había leído porque no era de su interés, y resulta que es una antología de ensayos introductorios a la corriente literaria del Realismo Mágico, donde crecieron los talentos de escritores como Faulkner, Rebeláis, Gabriel García Márquez Alejo Carpentier y nuestros venezolanos Arturo Uslar Pietri y Julio Garmendia.

Además me prometió un archivo de fotografías viejas, testimonios gráficos de ese pueblo histórico que marcó pautas importantes durante el siglo XX. Una de esas fotos me la obsequió por adelantada, que es la que adorna esta crónica. En ella aparecen, además de Eladio, tomando la palabra como Presidente del Concejo (período 1974-1979): Jesús “Chicho Blanco” Aguilar, el maestro Mauro Colmenares, del señor de sombrero, vendido de blanco no recuerdo el nombre. Aparecen también Hermes Mendoza, Darío Breto (dirigente agrario, fallecido prematuramente), el profesor Carlos Huérfano Y Santos Burgos.

No estuve en Guanare en estas navidades, motivo por el cual no acompañé los restos de nuestro paisano, pero al enterarme de su muerte, me inspiró el sencillo soneto con el que cierro esta crónica.

REQUIEM POR ELADIO.

Te fuiste, amigo, con la Navidad
al son de la ventisca decembrina,
catire de la gracia campesina,
llanero de genuina calidad.

Guanariteño, criolla identidad,
adeco de la casta más genuina,
viejo tribuno de oratoria fina,
funcionario de clara probidad.

Cansado del dolor y del desvelo
alzaste, como un ave, el raudo vuelo
a predios celestiales superiores.

¡Adiós, amigo! Para siempre ¡Adiós!
Descansa en la morada del Gran Dios,
viejo maestro ELADIO CRESPO FLORES.


(Araure, 24/12/2018)
Yorman Tovar

(Cronista Popular de Guanarito)