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"La historia está presente y nos rodea en todas las horas, porque no es otra cosa que la vida” Arturo Uslar Pietri

miércoles, 17 de abril de 2019

Teresita Heredia de Pedro Quintero García

Teresita Heredia



                                                                  Pedro Quintero García

Encabezamos este capítulo con una heroína portugueseña, olvidada por las generaciones actuales; una hermosa dama de limpia prosapia que por su conducta indomable sufrió los vejámenes más infamantes por su férrea adhesión a la causa patriota. Teresita nació en Ospino en 1797 con vínculos familiares muy estrechos en Guanare, donde recibió sus primeras enseñanzas, emparentada con el coronel Fermín de Heredia, temido jefe español caído en la batalla de Araure en 1813.
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Fuente: blogdelapostata.blogspot.com/2019/02/mujeres-emplumadas-espanolas

Según el doctor Cipriano Heredia Angulo, tal vez su pariente lejano, de su Historia General de Portuguesa, hemos tomado informaciones sobre el proceso penal seguido a la altiva muchacha, el cual contiene muchos detalles interesantes de conocer.
En resumidas cuentas, las autoridades de Ospino en 1816 la acusaron de rebeldía contra el Rey y luego de muchas instancias fue expulsada del territorio con la amenaza de ser condenada a muerte si intentaba regresar.

Con anterioridad había contraído matrimonio con un hacendado isleño, enlace que sólo permaneció por un año, al fallecer el marido a causa de un ataque palúdico.

Ya viuda y sin hijos se dirigió a La Guaira al lado de una tía, para proseguir en su empeño de trabajar en todo aquello que favoreciera al ejército republicano, como correo clandestino o mensajera de informaciones secretas.

En una ocasión fue sorprendida en Valencia con una correspondencia para el general Urdaneta y reducida a prisión por órdenes del gobernador de Valencia, capitán Luis Dato, recibe en los calabozos el tratamiento más infamante, latigazos, régimen de pan y agua y de cuando en cuando la hacían declarar ante un juez parcializado. Un día la hicieron desfilar por las calles, completamente desnuda y bañada en miel y cubierta con plumas como castigo ejemplar para los reos de Estado.

Después de largos meses, al fin fue libertada y embarcada en un velero rumbo a los Estados Unidos, donde murió en 1837, ignorándose el sitio donde reposan sus restos.

Teresita, la hermosa muchacha trazó una trayectoria gloriosa, un martirio sin nombre, que debe recibir del Ayuntamiento de Ospino una forma permanente de honrar su memoria.

¡Así lo esperamos!


Referencia


Quintero García, Pedro 1991. Guanaguanare. Biblioteca de temas y autores portugueseños. Ediciones del Congreso de la República. pp. 240-242.


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