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"La historia está presente y nos rodea en todas las horas, porque no es otra cosa que la vida” Arturo Uslar Pietri

sábado, 23 de octubre de 2021

CRÓNICAS GUANARITEÑAS CRÓNICA ESPECIAL PARA LA CUCA

No hay latitud geográfica que reclame su origen, pero es venezolanísima; tampoco hay fecha que precise cuándo nació; y menos quien fue la madre o el padre que la creó. Lo cierto es que existe como tal… ¡La Señora Cuca… sí señores! Según Juan J. Ramírez en su “Diccionario Folklórico Ilustrado” -referido por Francisco Javier Pérez (2012) en su “Diccionario Histórico del Español en Venezuela”, la CUCA nace en la época colonial, pues era usual ver en los mercados de la antañona Caracas a las fortachonas negras, descendientes de África vendiendo cuca, delicia que competía con el majarete, las polvorosas, suspiros, pan de horno, gofios, tortas burreras y la suculenta “Torta bejarana”.
Según el Diccionario de Francisco Javier Pérez, el término “CUCA” fue impuesto a finales del siglo XIX, definido como “galleta dulce de color marrón redonda y de bordes ondulados”. También se desconoce, pero se sospecha que por el color y la forma abultada, desde inicios del siglo XIX se le relaciona con el órgano sexual femenino, y por asuntos de tabú se le trató de cambiar la malsonante designación por el eufemismo de CATALINA, precisamente, el nombre de Su Majestad Imperial Catalina II, Emperadora y Soberana de todas las Rusias, a quien muchas historias paralelas a las oficiales, relacionan sentimentalmente con nuestro Generalísimo Miranda. Aunque pudiera ser que la Señora Cuca heredó la alusión de Catalina, gracias a alguna negra que llevara tan sonoro nombre. Aclaro que estas referencias históricas, en gran parte, son especulaciones, pero están asentadas en el acervo cronístico de nuestras tradiciones. Entre otros nombres recibe también los de “Chula”, “Barriga e vieja” y “Perseguida”.
A propósito de “PERSEGUIDA”, en Guanarito hay una anécdota muy jocosa. Entre los años 60 y 70 hubo un negocio muy popular: La panadería “San José” del señor José Del Carmen García, a quien llamaban, sencillamente José García “El pobre”, esto porque había otro comerciante llamado José de Jesús García Hernández, quien no era millonario, pero tenía más recursos, y por eso, para distinguirlos, a la hora de pronunciar el nombre, se hablaba de José García “El rico” y José García “El pobre”.
La anécdota en particular es que en el año 1971 en aquella panadería se producía –además de la variedad de panes- las deliciosas Catalinas o “CUCAS” (uno de los nombres de “la innombrada” órgano reproductor femenino, según el escritor Misael Salazar Martínez). El distribuidor en la bicicleta de reparto era “El renco” Marcelino Ramírez, un dicharachero hombre de llano que a todo le ponía su gracia genuina. El hombre se extendía por la calle ofreciendo, exclusivamente las cucas:
¡Cucas, llevo las cucas calientes! …
¡Cambio cuca caliente por cuca fría!...
¡aquí van las perseguidas de los hombres!
Don Ángel Parra Mendoza era el prefecto del distrito. Como hombre cristiano y amante de las buenas costumbres le pidió al recién juramentado comandante de la policía Nerio Sáez que mandara a detener al pregonero Marcelino por falto de respeto. En efecto, fue detenido, y luego aconsejado por el prefecto, y se acabó el gracioso pregón de “las perseguidas de los hombres”.
Otra anécdota se refiere a La Casa del Pueblo de don Magín Jara, quien exhibía y vendía las suculentas dulcerías y reposterías de las matronas hacendosas del pueblo, en especial las catalinas o cucas y pandehornos de doña María Linares, la mamá de “Juan Pelú”. Contaba el telegrafista José Ramón Castillo Vásquez que en una ocasión llegó una dama y pidió una Coca-Cola y una cuca, pero en ese momento trajeron una totuma de “templones” que se veían exquisitos. A la dama le llamó la atención la vasija de chucherías y preguntó: -¿Y qué bichitos son esos, don Magín? Y el delgadísimo bodeguero le respondió con cierta picardía: -¡Esos se llaman templones! ¿Quiere uno? Y responde la mujer: -Sí, don Magín, mejor deme un templón por la cuca.
En nuestro pueblo, además de María Linares- otras viejas reposteras fabricaban suculentas catalinas: las hermanas Asela y Omaira Añez, María Aquilina Veloz y Juana Seijas (única sobreviviente, que aún las fabrica). También vale mencionar las que elaboraban don Atilio Domínguez y doña Juana en el barrio El Río; y las famosas cucas de Silvia Soto “La Padrota” (QEPD)… allá en su casa todavía perdura el horno, tal vez añorando las manos hacendosas de la jodedora negra capillera.
Finalmente. Quise agregar este soneto que fue lo que me instó a investigar un poco acerca de la reverenciada Cuca, para plasmar esta breve crónica.

ELOGIO A LA CUCA






¡Oh Cuca, Paledonia o Catalina!
Percibe este soneto que te aclama.
Catalina es tu nombre, dulce dama,
Cuca negra, esponjosa… ¡Qué divina!
Textura suave, gracias a la harina
de trigo, con la soda y con panela,
y el toque de antiquísima canela,
te hace más rica, Cuca pueblerina.
Perdón pido a la torta, al bizcochuelo,
pero es que apenas una cuca huelo,
la piel, con avidez, se me espeluca;
y no es cuestión de exacerbado alarde,
pero yo con café, mañana o tarde
me entrego a los deleites de la Cuca.
Yorman Tovar (Cronista Popular de Guanarito)
La Colonia/Guanare 29/09/2021.
Fotos:
1.-Exhibición de Cucas
2.-En la gráfica aparecen, de izquierda a derecha: tomando juramento el comandante Nerio Sáez, don Antonio Graterol (funcionario del gobierno de Waldemar Cordero), el Coronel Simón Figuera Pérez (Comandante General de Policía Portuguesa), el prefecto Ángel Parra Mendoza y Abilio Torrealba García (secretario de la prefectura). Don Ángel y Nerio Sáez fueron –valga la redundancia- los perseguidores de “Las perseguidas”.