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"La historia está presente y nos rodea en todas las horas, porque no es otra cosa que la vida” Arturo Uslar Pietri

domingo, 28 de diciembre de 2025

HEROES DE LA INDEPENDENCIA

 CAPITULO XI


HEROES DE LA INDEPENDENCIA

Pedro Quintero García 


Desde temprano fueron numerosos los contingentes voluntarios ingresados en las filas revolucionarias y como es lógico suponer no pueden ser nombrados individualmente en esta ocasión. Aquí están seleccionados los oficiales militares -todos guanareños de nacimiento como una muestra representativa, excluyendo a médicos, clérigos, jurisconsultos y otros profesionales por estar descritos en otros capítulos para evitar repeticiones innecesarias.

Miguel Guerrero

General Miguel Guerrero, el más destacado por su brillante hoja de servicios, gozó de gran prestigio en las filas patriotas. Nace el 23 de septiembre de 1788, estudia bachillerato en Pamplona y en la Universidad de Caracas, cursaba derecho cuando sobrevienen las primeras manifestaciones de independencia y establece relaciones amistosas con los conjurados y más tarde frecuenta la Junta Patriótica en donde toma parte en las deliberaciones.


Se alista en las tropas del marqués del Toro en su expedición a Coro, después de la derrota permanece fugitivo en la región central hasta el año 13, cuando logra llegar al Alto Apure para incorporarse a Páez, asiste a la toma de Achaguas y a partir de esa fecha inicia su luminosa carrera, Mata de la Miel, Mantecal, Queseras del Medio y Las Flecheras, hasta culminar en Carabobo como comandante del batallón Bra-vos de Apure.


Libertador y en la Campaña del Sur se distingue en las batallas de Pan-Es hombre de gran cultura y en ocasiones actúa como secretario del tano de Vargas, Boyacá, Junín y Ayacucho; aquí Bolívar lo asciende a General y le impone una condecoración.


Consumada la separación de la Gran Colombia, Páez solicita sus servicios y le confía cargos de gran responsabilidad, gobernador de ción primaria, que incluye también a Portuguesa como parte de aque la provincia de Barinas, allí decreta la enseñanza gratuita de instruc-lla jurisdicción. Luego es transferido al Orinoco en sustitución de Maritio que estaba en Guanare como jefe expedicionario. El general Guerrero se gana la simpatía y el respeto del pueblo de Guayana por la forma generosa de actuar.


En 1856, enfermo de reumatismo y lleno de merecimientos y ho nores, muere sin dejar bienes de fortuna.


Nos inclinamos reverentes ante la memoria de este bizarro militar!!!!


General Ramón Luque


Tendría unos veintidós años cuando se incorpora en el ejército de Apure al lado de Cornelio Muñoz, en un escuadrón volante de caballería y en esa condición como simple soldado raso adquiere una experiencia como lancero para asombro de sus compañeros. Hizo la campaña de 1818-19 y rápidamente recibe ascensos y citaciones en la orden general del día, por su actuación en los combates.


En Mucuritas recibe una herida en la pierna derecha que necesitó ser tratada en San Fernando y cuando se le deseaba su pronto restablecimiento, exclamaba: "no me quejo por la herida sino por la muerte de mi caballo que recibió el tiro en la barriga; como esa bestia amaestrada por mí no encontraré otra igual".


A las órdenes del Libertador y con el grado de coronel y coman-dando el batallón "Bogotá” se batió tan valientemente como factor relevante en la victoria. Prosiguió hacia el sur y es en Pichincha donde


al país y cuando se dirige a su tierra natal una fiebre maligna le arre-es ascendido a General de Brigada. Terminada la contienda regresa bata la vida en el pueblo de La Aparición el 3 de enero de 1827; apenas tenía 42 años de edad.

General Ignacio Luque


Primo del anterior se enroló en la Campaña Admirable a su paso por Guanare, tenía 22 años, en calidad de simple soldado. Se distin-guió en la batalla de La Laguna de los Muertos, en Araure, enrolado en el célebre batallón Sin Nombre, luego rebautizado como "Vencedores militares superiores por su conducta en los combates de Los Horco-nes, Barbula, hasta la entrada triunfal de Caracas donde ya lucía las presillas de Comandante.


En la Campaña del Sur batió valerosamente en Boyacá, Junín y Aya-cucho y de vuelta al país desempeñó cargos civiles y militares de im-portancia, como Intendente del Ejército, Jefe del Estado Mayor de grupos militares e Intendente del Orinoco.


Coronel Juan Ramón Vargas


Hijo de padres acaudalados, propietarios de hatos y haciendas, desde temprana edad demostró su inclinación a repudiar las autoridades co-loniales y cuando estudiaba derecho en Caracas frecuentó los círculos revolucionarios y a los 20 años aprovechó el paso de Bolívar por Gua-nare el año 13, y como simple soldado voluntario asistió a todas las batallas y combates de la Campaña Admirable hasta finalizar en la ca-pital de la República en calidad de capitán.

Después del éxodo hacia oriente en 1814, decide sumarse a las tro-pas de Páez en el Apure y con Santander realiza la campaña de Ca-sanare y se bate al lado de Páez en Yagual, Paya, Apurito y Barinas, donde se gana el grado de Coronel.

Terminada la guerra, el general Paéz lo llama para utilizar sus ser-vicios donde se encontraba enfermo al lado de su familia y declina este honor. En 1833 muere a causa de una neumonía.


Coronel Tomás Castejón


Es uno de los brillantes oficiales guanareños, nacido en 1804 y a los 11 años de edad se inició en la carrera de las armas patriotas, al lado de su glorioso padre, en las crudas campañas del llano.


Demostró en los combates librados una serenidad pasmosa y un va-lor imperturbable. Llamaba la atención en las filas por su tierna edad y su compostura como jinete de elegante silla.


Páez lo consideraba como un hijo verdadero y estaba pendiente de sus hazañas y a menudo lo instruía en determinadas ocasiones. Fue ascendido en jerarquía hasta llegar a Coronel y en Carabobo 1821, figuró como Jefe de la Guardia de Honor, y por su comportamiento fue felicitado por el Libertador. Luego, siempre al lado de su jefe y protector en la presidencia de Paéz, desempeñó varios cargos como comandante militar de San Fernando, presidente del Consejo de Gue-rra y otros.


Coronel Miguel Castejón


Padre del anterior, fue uno de los oficiales alistados en la Campaña de Coro, mandada por el marqués del Toro y después al lado de Ur-daneta fue de los defensores de Valencia y de la gloriosa retirada hacia occidente. Tomó activa participación en los combates del año 14, 15 y 16, y durante cinco años mereció la confianza de Páez a tal punto de ser promovido a Jefe del Estado Mayor del Ejército de Apure en la batalla de Carabobo. Con los Bravos de Apure fue el primero en acometer al Valencey formado en cuadro, que se retiraba gloriosamente.


Terminada la contienda desempeñó varios cargos civiles como mi-litares y tuvo el honor de comandar la vanguardia del ejército al atacar a Puerto Cabello en manos de los revolucionarios de la Reforma en 1835.

Murió en Guanare a la edad de setenta y cinco años y dejó numerosa familia.

Coronel José María Rodríguez


Nadie se explica la razón por la cual este ilustre oficial del ejército patriota ha permanecido casi desconocido por nuestros historiadores cuando enumeran los próceres guanareños. Su actuación en los llanos de Casanare y Apure revisten verdaderas hazañas en favor de la Independencia. Fue uno de los escogidos para la toma de Las Flecheras, de los 150 en Las Queseras y componente de las catorce cargas sufri-das por Morillo en Mucuritas.

Su mayor gloria la conquistó en la heroica defensa de Ospino, si-tiada por Yáñez y la tenacidad de la resistencia obliga al jefe español a desarrollar un ataque frontal combinado con diversas fuerzas donde encuentra la muerte y una completa derrota. Rodríguez completa la victoria aprisionando más de 200 soldados, 14 oficiales superiores y abundante parque.

Don Ezequiel Campíns, un aficionado historiador en un artículo pu-blicado en "El Universal", fechado el 29 de mayo de 1929, dice lo siguiente: "Rodríguez era hijo de acaudalados terratenientes españoles y fue educado en Madrid, donde hizo sus estudios hasta el bachillerato y cuando se preparaba para seguir su curso de ingeniería se incorporó a las tropas del Libertador el año 13, donde realiza una luminosa ca-rrera. En Oriente estuvo en Urica, al lado del general José Félix Ribas y proseguir al Alto Apure donde completa su brillante hoja de servicios.


Coronel Miguel Antonio Vázquez


Pundonoroso oficial, curtido en las primeras campañas comandadas por Miranda, nace en 1789 y como no estuvo de acuerdo con la ca-pitulación, se separa del ejército y presenta una protesta al lánguido triunvirato ya en manos de Monteverde.

A la orden de Santander, Olmedilla y Páez se hate como capitán en el asedio de Guasdualito, en la toma de Achaguas y casi todas las acciones bajo la inmediata conducción de Cornelio Muñoz.

En la provincia de Barinas estuvo a las órdenes del coronel Pulido y tuvo el gran honor de derrotar a las tropas comandadas por Tizcar efectuó la Campaña del Sur y a causa de una grave enfermedad regresa y Puy, por lo cual fue ascendido al grado de Coronel. Junto a Bolivar a su tierra natal donde fallece en 1842.

No podemos dejar siquiera de nombrar al comandante Ramón Ma-drid, de gloriosos servicios en Ecuador, a Francisco De Paula Abreu, capitán del Escuadrón de Dragones, héroe en La Victoria y Oriente: a Trinidad Quintero, capitán de Los Lanceros Montados, hizo todos los combates y batallas de la Campaña Admirable.

Cerraremos con los hermanos Unda, siete hermanos sumados todos a la causa de la Independencia y que brevemente mencionaremos sus meritorias actuaciones.


José Vicente


Fundador del Colegio San Luis Gonzaga, prócer de la Independen-cia y obispo de Mérida, incluido en la Columna de Honor.


José María


Médico, primer profesional llegado a Guanare, fundador de la cá-tedra de Medicina de la Universidad de Mérida.


José Miguel


Licenciado en jurisprudencia, erudito en derecho, ejerció su profe sión en Guanare donde gozaba de gran prestigio por sus relevantes condiciones personales. Se alistó en el Ejército Libertador, a su paso por su tierra. Bolívar lo nombró Auditor de Guerra en varias ciudades,más tarde fue Senador al Congreso de Angostura y luego representante de Venezuela al Congreso de Ocaña.


José Antonio


Siguió la carrera sacerdotal y desempeñó el curato de las parroquias de Tucupido, Biscucuy y Guanarito, sucesivamente. Un virtuoso y manso levita, patriota a toda prueba; junto con su hermano José Vicente fue apresado por Puy en 1814 y estuvieron a punto de ser fusilados cuando este sanguinario realista ordenó la masacre de todos los presos de la cárcel y se salvaron gracias a una esclava que los escondió en el sub-terranéo de la prisión.


José Francisco


Estudiaba derecho en la Universidad de Caracas en 1812, interrum-pió sus estudios para incorporarse en el Ejército patriota bajo las ór-denes del general Miranda con la mala suerte de caer preso en La Guaira y luego fugado cuando lo iban a embarcar a las mazmorras.


Asistió a varias acciones de guerra en Oriente y en 1830 fue electo Diputado a la Constituyente por la provincia de Barinas. Más tarde se estableció en Quíbor donde fundó una numerosa familia.


José Trinidad


Se alistó en el Ejército republicano en 1814 y con el grado de Co-mandante dio pruebas de valor en la campaña del Oriente con la mala suerte de caer preso en La Puerta y ser fusilado.


José Rafael


A los 19 años entró a las filas republicanas comandadas por Páez en Barinas, fue abanderado de las tropas y por su disciplina y arrojo en los combates fue promovido a Sargento; continuó a las órdenes de dor, 18 Cornelio Muñoz y de Santander en la región de Casanare y del Meta rus y obtuvo una citación en el orden del día donde se le confería el ascenso a Capitan. Más tarde fue herido en una emboscada en una pieria V a los pocos días muere en Guasdualito complicado por la gangrena


El marqués de Pumar


José Ignacio de Pumar, nacido el 19 de marzo de 1738 en la ciudad de Barinas y muy vinculado a Guanare donde encontró la muerte en Entre los personajes más eminentes de los tiempos coloniales figura circunstancias dolorosas y no bien determinadas.


Presto invalorables servicios a la monarquía española, en el desem peño de delicadas misiones sociales y políticas y en recompensa se le concedió los títulos de nobleza tan ansiados por los mantuanos crio llos, Marqués de las Riveras del Boconó y Masparro y vizconde del Valle Pumar.


Heredő de su familia extensas propiedades agrícolas y pecuarias, cuyo incremento constituyó su más dilatada preocupación.


Era un hombre generoso y sencillo que destinó gran parte de sus fabulosas ganancias para invertirlas en favor de la pobrecía. Como un ejemplo mencionaremos su costumbre de reunir en su vasto palacio frente a la plaza llamada Bolívar, a un gran número de pordioseros y el día de San José, su onomástico, almorzaba con ellos y los colmaba de atenciones, dádivas en dinero, carnes de res, pan y todo lo nece sario para comer durante una semana.


Por esas razones el Marqués era venerado y querido y cuando se pronuncia por la causa de la Independencia constituye en su palacio la Junta Patriótica 20 de mayo de 1810- recibe una ovación de una multitud dispuesta a seguirlo en sus propósitos libertarios.


Fue de los primeros patriotas en constituir fuerzas armadas y en va rias ocasiones se batió contra los realistas, conquistando sonados triunfos. En su favor recordaremos los combates de Mijagual, Sabanas de Barinas y Santa Catalina.


178


En 1814 ante un ejército numeroso cae prisionero y es enviado al Castillo de Puerto Cabello, deteniéndose en Guanare, mientras en Barinas el feroz Tizcar ordena la destrucción de sus propiedades, confisca y quema, para dejar ruina y desolación. rinas el


En compañía de ilustres patriotas de la talla de los Unda, Bezcanza, Oráa y Andueza, estaba en la cárcel cuando sobrevino la orden de li-primeros y el 7 de enero de ese año fallece en esa prisión por causas quidar a los presos por orden de Puy, salvándose milagrosamente los aún no bien esclarecidas.


Mucho se ha investigado para esclarecer la verdadera causa de la defunción. El vulgo la atribuye a un crimen ordenado por los derrotados españoles, otros culpan a un ataque palúdico y no falta quien lo atribuya a un suicidio, lo que sí está más que probado es que no fue consecuencia de la masacre realizada en los presos patriotas.


El gobierno del Estado Barinas se ha preocupado en recuperar el antiguo esplendor de aquellas históricas propiedades para que sirvan para valorar el sacrificio ofrendado por el Marqués en el altar de la patria.


El palacio ha sido reconstruido exactamente en sus planos precon-cebidos, empleando las maderas más finas para sus muebles, las grandes arañas de cristal de Bohemia, las lámparas de orfebrería toledana, y todo el confort que presentaba cuando el señor de las Riveras del Boconó se despidió una madrugada para no volver jamás.


Hoy esta hermosa mansión sirve de sede a las oficinas administra-tivas del Ejecutivo regional.


Otra de las restauraciones ha sido el grandioso hato llamado La Mar-queseña, que desde muy lejos se destaca en el camino hacia Guanare como un verdadero monumento a la naturaleza.


De esa manera la memoria del noble señor José Ignacio de Pumar, marqués y vizconde no será olvidada, una memoria que llegó al sacrificio como ofrenda al altar de la patria.


Hasta pasadas décadas era frecuente ofr los más fantásticos cuentos sus proyecciones, me permito reseñar algunos episodios interesantes pias de aquellos tiempos. Como las generaciones actuales desconocen

El vulgo a veces lo confundía con el marqués del Toro, tal vez por asociación de ideas y por esta razón era usual principiar sus narraciones de la siguiente manera: "éste y que era un poderoso señor, dueño de vidas y haciendas, llamado y que marqués del Toro.."

Se le atribuía haber convenido un pacto con el diablo por el cual adquirió grandes riquezas a tal punto de intentar pavimentar los pisos de su palacio con monedas de oro y como pidiera permiso al Rey, éste lo negó para que su efigie no fuera pisada.

Cuentan que tenía una mula gigantesca con un cacho en la frente, tan veloz como el viento. Salía de Barinas, prendía su tabaco y cuando llegaba a Boconó no se había fumado ni la mitad.

Acostumbraba llevar en sus viajes una jauría de feroces perros que Io cuidaban como si fuera una guardia armada; pobre del extraño que se le acercara porque los canes le caían a dentelladas.

Se ha asegurado que en su familia se consumía la carne de colibri en sus manjares favoritos, por atribuir a este pequeño volador virtudes potenciales para atraer la suerte y como era natural mandaba grupos de esclavos todos los días al amanecer a cazar estos pobres animalitos.

Es tradición muy difundida que cuando estaban velando su cadáver, a medianoche se presentó una nube de murciélagos, apagaron las luces y cuando las prendieron de nuevo el cuerpo había desaparecido. Satanás se lo llevo al infierno.

En las sabanas de Barinas aparece en ciertas noches oscuras una bola de candela movida por el viento en todas direcciones, que el populacho asegura ser el alma en pena del marqués del Toro, rogando misericordia por su suerte.

Coronel Ramón Burgos

Se distinguió como uno de los más brillantes del Ejército patriota; oriundo de Guanare, nació en el seno de una familia canaria, propie taria de fundos agropecuarios por el lado de Morrones. A los 21 años se encontraba en Mérida como estudiante de derecho cuando se incor-poró a la Campaña Admirable del 13, en calidad de soldado raso y toma parte en todos los combates y merece citaciones en el orden del dia por su ardor, disciplina y estrategia. Cuando el Libertador entra a Guanare, Burgos ya lucía el grado de sargento mayor y gozaba de gran estimación de sus jefes inmediatos.

En la batalla de Araure, Laguna de los Muertos, integraba el célebre 

batallón Sin Nombre y como se cubrió de gloria, mereció ser bautizado como Vencedores de Araure. Corrió con la buena estrella en Los Horcones, San Carlos, Barbula hasta culminar con la ocupación de Caracas y el renacer de la República.

Con el título de Capitán de infantería, acompaña a Bolívar en el éxodo de Oriente en el trágico año 14 y al lado de José Félix Ribas combate en Urica donde encuentra la muerte el feroz Boves y días después la prisión y muerte de aquel patriota de gorro frigio.

Después, Burgos valiéndose de esfuerzos inauditos llega al Alto Apure y se incorpora a las huestes de Páez y al lado de Cornelio Muñoz comanda un pelotón en Las Queseras del Medio convirtiéndose en un hombre de actualidad, no sólo en el campo militar sino que también es utilizado en la secretaría de guerra en los asuntos de alta significación. Paéz le llega a tributar grandes elogios y lo incorpora a su Es-tado Mayor en calidad de Comandante.

Cuando sobreviene Carabobo, a la cabeza de los Bravos de Apure, decide la suerte de la batalla y en premio a su actuación, recibe en pleno campo las presillas de Coronel de las propias manos de Bolívar.

Siempre al lado del León de Payara, lo asiste en todas sus actuaciones civiles hasta culminar en el desmembramiento de la Gran Colom-bia y su nombramiento de Prefecto del Orinoco, uno de los tres departamentos en que fue dividida la nueva república.

En este alto sitial cuando se acuerda de su tierra nativa y ordena al corregidor de Guanare, don Luis Palacio, se sirva remitir un informe detallado del estado en que se encuentra el colegio decretado por el procede y efectuadas las reparaciones convenientes dispone los fondos Libertador y al recibir el 20 de junio de 1830 los recaudos exigidos, necesarios para la reapertura del plantel, ratificando el nombramiento de rector al padre José Vicente Unda. Con este motivo la sociedad guanareña manifestó profundo agrade-cimiento a este benefactor y con este motivo le hizo llegar un acuerdo del Ayuntamiento donde le expresaba los sentimientos de toda la comunidad. Desde aquel histórico momento el padre Unda se entrega en colaboración de su discípulo el Pbro. Liborio Colmenares, a la reorganización total y en un acto solemne realizado en el auditorio del colegio prestigiado por las autoridades civiles y militares, además de una se-lecta concurrencia, procede a inaugurar las clases reglamentarias. El coronel Ramón Burgos continuó su carrera política y desempeña después cargos de gran responsabilidad hasta el año en que su jefe cae prisionero de Monagas y decide regresar a Guanare, contrae matrimonio, procrea hijos y ya anciano se retira a sus posesiones pecuarias, muere en medio de lamentaciones porque todas las fuerzas vivas lo consideraron como un héroe legendario. Con el coronel Burgos nuestra historia ha sido ingrata porque le ha negado los méritos de gran señor y espero que esta oportunidad sirva para refrescar su memoria. El coronel Burgos fue un brillante parlamentario como Senador por Portuguesa en los primeros Congresos de la definitiva República. 182


Referencias 

Quintero García, Pedro. 1991. Guanaguanare. 171-182 


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