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"La historia está presente y nos rodea en todas las horas, porque no es otra cosa que la vida” Arturo Uslar Pietri

sábado, 24 de febrero de 2018

CRÓNICAS GUANARITEÑAS AQUELLAS QUEMAS DE JUDAS

CRÓNICAS GUANARITEÑAS    Yorman Tovar


Corría el año 1973. Eran los días de Carnaval cuando mi amigo de toda la vida MIGUEL GONZÁLEZ TORREALBA me habló de que nosotros dos podríamos preparar la quema de Judas de ese año, ya que Roberto Salazar “El Turupial” y Ramón “El Viejo” Ríos no iban a fabricar el monigote, claro, mi compañero sabía de mi habilidad para hacer versos picantes como los que aparecían de manera clandestina en panfletos anónimos o firmados con pseudónimos como “El coplero desconocido”, Zacarías Meleche y El Coyote Cojo. En efecto… nos reunimos en el pasillo interno del viejo telégrafo, frente de “La Casa del pueblo”, bajo la complicidad de los dos telegrafistas: José Ramón Castillo Vásquez y Alexander Parra. Erigimos un muñeco de madera de más o menos un 1,90, con la mano derecha alzada y con un rostro fabricado con papel “maché”, caricaturizando la imagen del candidato adeco de ese año: Carlos Andrés Pérez. Los adecos se incomodaron, y el secretario juvenil Baudilio Martínez propuso a sus compañeros decomisarnos el muñeco, pero fue pura amenaza. No eran tiempos de violencia. La quema fue un éxito. Pero nos comprometimos porque muchos viejos, entre ellos Adelis Peraza y Pedro “Chaplaco” nos dijeron que teníamos que hacerlo por 7 años seguidos, pues de lo contrario, si no cumplíamos, mucha gente se suicidaría ahorcada como Judas Iscariote. Fue así como Miguel me acompañó 7 años en la tarea. Luego me ayudaron su hermano Pablo José Torrealba, el popular “Yegua Negra” y Ovadis Vizcaya, hasta que me dejaron solo y cumplí la tarea por 21 años ininterrumpidos.
No era tan fácil. Fabricar el armatoste de madera o de cabillas, recoger periódicos, trapos viejos y ropa para vestirlo; fabricar la cabeza con la mayor perfección posible, conseguir explosivos. Para esto aprovechaba las misas de aguinaldo y coleccionaba cohetes, asimismo en las fiestas patronales, más los tumbarranchos y pólvora en lata que me facilitaba el dueño de Bodega “La Fortuna” don Víctor Martínez Durant. La tarea más fácil era escribir los versos del testamento. Desde enero comenzaba a recoger anécdotas, chismes, sucesos insólitos y los volvía rimas jocosas. Muchos me perseguían y me amenazaban. En varias ocasiones mi hermano Oliden me sacó hasta Guanare los lunes en la madrugada, después de la quema, por temor a que se cumpliera alguna amenaza; pero repito: no eran tiempos de violencia. Uno de los que más se incomodaba cuando llegaba la semana santa era mi vecino don Dionisio Vizcaya, quien se perdía para no presenciar ni oír mi lectura del testamento porque sabía que él era una fija en aquellas páginas.
Nunca olvido que para la tercera quema el piriteño Ricardo “El bachiller” Colmenares me dio esta idea: -No seas pendejo, chico. Estás perdiendo tu tiempo y tu talento. Haz como Graterolacho hacía en Píritu. Saca bastante copias del testamento y vendes ese vaina y sacas los costos”; y así comenzamos a hacerlo. Ilustrábamos la portada con una caricatura hecha con un buril sobre un stensil , y transcribíamos en las “Olivetti” del telégrafo los versos, y clandestinamente, o en el multígrafo del Concejo Municipal con la complicidad de Arévalo Cordero, o en el liceo con la confabulación de Orlando Flores imprimíamos los ejemplares que necesitábamos. El domingo vendíamos cada ejemplar a Bs. 10 y yo quedaba buchón después de la quema. A la hora de rociarle gasolina y prenderle el fósforo no faltaban el viejo jodedor José Beltrán sarmiento (alias) “Pisinga” y “El Indio” Rumaldo Quero de voluntarios.
Recuerdo que una vez hicimos la quema en el parque viejo (donde hoy es la Casa de la Cultura) y andábamos paseando el Judas en el meloso Jeep de don Tito salmerón, y el espigado chofer, atormentado por el escándalo que cargaba “Pisinga”, montado con el muñeco en la trompa del carro, hizo que chocara contra un medio tubo de izar la bandera que había atravesado en la acera del Juzgado frente de la Plaza Bolívar. El muñeco se desquebrajó y “Pisinga” daba gritos: ¡Señores, ha ocurrido una desgracia… Judas tuvo un accidente en el jeep de don Tito! El viejo Salmerón, arrecho con “Pisinga, prendió de nuevo su jeep y nosotros tuvimos que reconstruir el muñeco.

En la gráfica que adorna esta crónica se observa al Judas 1979, uno de los más perfectos, montado sobre un burro de caña brava, residuo de unos juegos artificiales, luciendo el Pelo e guama de Miguel, y la camisa es la COTA que le robé a Petra Leonor para calarle la corbata. Flanquean al Iscariote Yorman Tovar (de melena rizada y botas vaqueras) y Miguel González Torrealba (delgadito), y un poco retirado observa –mientras prepara una “comía e chimó” don ramón Guillermo Daza, un viejo sabio andino que fue entrañable amigo de mi familia. Sólo me queda quitar prestada la frase a GROSSMAN PARRA ¡Qué tiempos aquellos!

Yorman Tovar

(Cronista Popular de Guanarito)
elmayortrovon@hotmail.com, jinetetovar@gmail.com

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