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"La historia está presente y nos rodea en todas las horas, porque no es otra cosa que la vida” Arturo Uslar Pietri

miércoles, 28 de febrero de 2018

El Dr. Félix Saturnino Angulo Ariza

Pedro Quintero García


Llegó a constituir uno de los más destacados representativos de las
 Dr. Félix Saturnino Angulo Ariza 1891-1971
Fuente: Heredia A., Cipriano. 1991. 
ciencias jurídicas venezolanas, gracias a una dedicación sin precedentes. Lo conocimos en nuestra temprana juventud impactándonos su trato humilde y cariñoso; más tarde concretamos sus virtudes para considerarlo como un catedrático en la vida sociocultural.

Nace en Guanare el 28 de mayo de 1891, hijo del matrimonio de don Saturnino Angulo, laborioso comerciante, y la virtuosa dama Vic­toria Ariza; crece en el hogar donde se le rinde culto a las tradiciones ancestrales. Como demostrara durante su secundaria en el viejo colegio cierta inclinación hacia las cuestiones religiosas, es seleccionado entre un grupo de aspirantes para continuar estudios eclesiásticos en el Seminario de Barquisimeto, pero muy pronto descubre su errada vocación y después de una profunda reflexión, sus superiores lo exoneran de las responsabilidades y se reintegra a la vida ciudadana y cuando estaba explorando las posibilidades de su destino, recibe de Guanare un toque de alarma. Es requerida su presencia para poner en sus ma­
nos la solución de una profunda crisis del viejo colegio, decano de la República y como se conocían sus facultades ejecutivas se le ofrece el cargo de director y sin vacilar se encamina hacia su destino.

Después de estudiar minuciosamente la situación, se esfuerza en obtener los recursos para acometer medidas pertinentes. Personalmente lleva al Ministerio de Instrucción una exposición de motivos y después de largas antesalas logra equipos técnicos, presupuesto fijo, aun en limitadas proporciones y luego de la colaboración de los profesores alejados, Escolástico Flores, Luis Fajardo, Aguilera Unda y otros, emprende una reorganización de sus cuadros. De esa manera logra pres­tigio y eficiencia, como simiente de cultura.

Muy a·pesar de su empeño en desarrollar aún más las actividades del colegio, fuera de sus específicas funciones, se aleja para emprender en la UCV los estudios de derecho donde, en 1924, obtiene el doctorado en ciencias políticas.


Después de una temporada en su tierra, donde obtiene sonados éxito en el ejercicio profesional, se establece en Caracas, entre una se­lecta clientela, desempeña cátedras de varias asignaturas de derecho, va escalando posiciones hasta llegar a vicerrector universitario, pre­sidente de la Academia de Ciencias Políticas, diputado al Congreso, presidente de la Corte Federal y como fruto de su experiencia aporta enseñanzas magistrales para la reforma de códigos, leyes y procedimientos para adecuarlos a las exigencias de los tiempos.

Obligado por especiales requerimientos ocupa al principio de su ejer­cicio, cargos políticos durante la dictadura gomecista , tal vez con la intención de suavizar las represiones establecidas.

En 1929 estaba en el desempeño interino de la presidencia del Es­tado Zamora, por ausencia del titular que se encontraba en campaña, cuando un viejo amigo, destacado oficial del general Gabaldón, jefe de la revolución triunfante en Portuguesa, se le acerca para tratarle asuntos de suma importancia. Después de muchos rodeos, al fin va al grano, le propone facilitar el asalto, ya debidamente organizado al parque de armamentos depositados en Barinas, que según informaciones, era un equipo de considerable cantidad. Sin inmutarse, le contesta: ''no me considero capaz de cometer tamaña traición y dadas mis convicciones morales y para tranquilidad de su espíritu, al rechazar su proposición, le ofrezco, bajo palabra de honor, ignorarla como secreto hermético", agregando, "Ud . puede estar seguro que si el plan se materializa cumpliré mi deber". El misterioso comisionado, comprendiendo la integridad de aquel gobernante insobornable, se despide cordialmente de su amigo y muchos años después revela los pormenores de la entrevista.

Angulo se destacó como tribuno de relevantes cualidades, voz sonora, gestos y posiciones adecuados, necesarios para cautivar a los auditorios; recordamos la oración fúnebre pronunciada en Guanare ante el cadáver del filántropo Dr. Manuel Padilla, un homenaje impresionante rendido en nombre del pueblo doliente y agradecido. Enumerar sus discursos sería tarea fuera de lugar en este compendio vital.

En su juventud frecuentaba los salones sociales para disfrutar de las diversiones en boga, tresillo, charadas, serenatas, representaciones, juegos florales. Su competencia en el vals era carta de triunfo, imán para coneguir la mejor pareja; dominaba el ritmo con la elegante soltura de un caballero vienés en tiempos de Strauss. A nuestra memoria llegan los célebres saraos del Hotel Avila, organizados por aquella inolvidable dama, María Edilia Valero, alma de El Hogar Americano, en donde Angulo se lucía con todo su esplendor.


 Dr. Félix Saturnino Angulo Ariza 1891-1971
Ya en el ocaso de un existencia, rodeado de su amadísima esposa doña Rosa Felicia Oráa y sus hijos Pedro y Félix, brillantes profesionales -abogado y médico, respectivamente-, como si fuera un patriarca bíblico, resolvía las consultas de los letrados que lo visitaban en solicitud de consejos y orientaciones. El mérito más sobresaliente de este maestro, es el de haber formado una serie de discípulos, fieles a su trayectoria, hoy cifras excepcionales del foro nacional.

Félix Saturnino Angulo Ariza no acumuló riquezas, porque según él, su producción no se cotizaba en el mercado de valores, en cambio tuvo la satisfacción de recibir homenajes de altura en todos los niveles, oficiales, académicos, sociales y populares, tanto del país como del extranjero.

Que el ejemplo vivido de este ilustre hijo de Guanare siga sirviendo
de estímulo a las nuevas generaciones.


Pedro Quintero García

Referencia 


Quintero García, Pedro 1991. Guanaguanare. Biblioteca de temas y autores portugueseños. Ediciones del Congreso de la República. pp 204-207. 

Heredia A., Cipriano. 1991. Historia General del Estado Portuguesa (Tomo II). pp 218.

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