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"La historia está presente y nos rodea en todas las horas, porque no es otra cosa que la vida” Arturo Uslar Pietri

viernes, 9 de febrero de 2018

CRÓNICAS GUANARITEÑAS Recuerdos de Omaira Camacho Luzardo

CRÓNICAS GUANARITEÑAS YORMAN TOVAR


Hizo su debut como Directora Encargada del recién creado liceo “Arturo Celestino Álvarez” de Guanarito, el cual habíamos fundado el 17 de diciembre de 1971 un grupo de jóvenes que habíamos luchado por su creación. El primer plantel lo conformaron: Carmen Avendaño Quintero como directora (andina), Juan Martín Colmenares, Rodulfo Pérez Martínez, Pablo Núñez Pulido, Aixa Orozco Tovar (secretaria), Armando Montero (bedel); y una inefable pareja de docentes: Jesús Vicente Andarcia y su esposa Morella, quienes nos hicieron ser rebeldes y protestatarios con causa, hasta lograr que la jefa de Zona doña Judith de Bello los devolviera a Valencia, de donde habían venido.
Para el nuevo año escolar (72-73) llegó renovación al plantel, entre otros: Ausides Márquez, Orlando Bonilla, Carlos Terán, María Lobo, María Isabel Balaguer, nuestro paisano guanariteño Bertilio Méndez, el pavo futbolista Rodrigo Díaz, y en 1975 llegaron –entre otros- Yolanda Ríos, Nicomedes Hernández; y el profesor Carlos Huérfano Sanabria para la cátedra de Agricultura, líder adeco, quien por su cordialidad con adversarios y compañeros, se arraigó en nuestros corazones.

La gráfica corresponde a la inauguración de la II etapa de la primera sede (hoy E.B. Portuguesa) a cargo del gobernador Dr. José Rafael Casal. Se observan además: doña Luisa de Piñero (prefecta, detrás del gobernador), Omaira Camacho, Fanny Tovar, Simona Galí (Novia del aniversario), Yolanda Ríos, Maruja Orozco, don Luis Yúnez, Eladio Crespo Flores 8Presidente de Concejo Municipal), Rodrigo Díaz, Carlos Terán, Aixa Orozco, Orlando Flores.
Lo sorprendente fue cuando llegó aquella morena imponente, quien se nos presentó: “Mi nombre es Omaira Camacho Luzardo y vengo a encargarme de la dirección de este Ciclo Básico”. Dijo ser oriunda de Bachaquero estado Zulia. Como ya conocía las páginas de “Doña Bárbara”, su elegancia y autoridad con que se presentó, aunadas al apellido Luzardo, me permitió asociarla con los dos protagonistas de la obra cumbre de don Rómulo Gallegos y del llano.
Nunca olvidaré aquel lluvioso día de septiembre cuando apareció, embutida en una elegante falda color café y unas altas botas, al estilo de “La Cacica del Arauca”, mirada escrutadora y una media sonrisa que hablaba de su fuerte carácter para meter en cintura a los sediciosos líderes estudiantiles. Al principio marcó distancia con nosotros, pero a las primeras muestras de rebelión, inteligentemente cambió su actitud por la conciliación, estrategia adquirida en sus estudios pedagógicos. Claro, tendría a lo sumo 26 años, aún olorosa a paraninfo universitario. A partir de ese pacto pedagógico entramos en concordia y todo fue armonía, estudio, trabajo mancomunado y amistad franca. Con ella organizamos el primer aniversario de la institución con actividades culturales, coronación de su homónima “Omaira I” (me refiero a la compañera Omaira Noguera) y fiestas bailables con nuestra “Estudianteca” (la primera miniteca que tuvo Guanarito). Eran los tiempos febriles de la balada, con Los Ángeles Negros, Los Terrícolas, Los Pasteles Verdes; y rumbas con Los Melódicos, La Billos, Los Blanco, Los Masters y La Dimensión Latina. Por supuesto que allí estaba la profesora Omaira, departiendo sanamente con sus discípulos. Toda su estadía en Guanarito la vivió casa de mis tíos doña Teresa y don Pancho Orozco, al lado de aíxa, a quien adoptó como una hermana.
Años después fue cambiada para Guanare, ejerciendo cátedras en el Colegio Nuestra Sra. De Lourdes, y en 1991 compartimos padrinazgos de la promoción de Bachilleres de esa institución católica. Desde que llegó de Guanarito fue directora del liceo “César Lizardo” de donde salió jubilada. En la Ciudad Coromotana supo compartir su actividad educativa con otros complementos de servicio ciudadano, siempre ad honorem: miembro del Club de Leones, integrante de orfeones (pues tenía condiciones cantorales); persona influyente en grupos inherentes a la Santa Iglesia Católica, ayudando a pastorear almas y en ese apostolado de socorrer a los desposeídos por medio de la Cruz Roja Venezolana, de la cual era máxima autoridad, creo que en el estado. De su persona también podría dar buenas referencias la profesora Esperanza Montilla de Pimentel con cuya familia convivió por muchos años.
A finales de 2017 el infortunio la sorprendió en su soledad íntima, siendo víctima de un nocivo accidente cerebrovascular y fue hallada, ya en estado de pocas posibilidades para sobrevivir. Falleció católicamente, envuelta en el aura de su inquebrantable fe; y sus familiares se llevaron los restos para darle cristiana sepultura en la ciudad de Mérida. La brillante profesora, la rigurosa directora, la abnegada feligresa, la dulce voz, la escrutadora y persuasiva mirada, la amistosa sonrisa, el trato más cordial y la sinceridad hecha mujer, se fueron con OMAIRA CAMACHO LUZARDO (así, en mayúsculas su sonoro nombre), pero en el camino marcado por sus indelebles huellas queda el ejemplo de quien vivió para dar, más que para recibir. Su abnegada labor pedagógica, su apostolado cristiano, su vocación de servicio al prójimo y su firme convicción de buena ciudadana reafirman la verdad del proverbio bíblico: “El que sigue la justicia y la misericordia hallará la vida, la justicia y la honra”. Inolvidable profesora y amiga: ¡Paz a sus restos!


Yorman Tovar

(Cronista Popular de Guanarito)
elmayortrovon@hotmail.com, jinetetovar@gmail.com

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