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"La historia está presente y nos rodea en todas las horas, porque no es otra cosa que la vida” Arturo Uslar Pietri

lunes, 5 de febrero de 2018

CRÓNICAS GUANARITEÑAS: EL NEGRO COLINA… DE GUARENAS PARA GUANARITO


CRÓNICAS GUANARITEÑAS       YORMAN TOVAR 


EL NEGRO COLINA… DE GUARENAS PARA GUANARITO


En 1968, año Bicentenario de Guanarito. En ese convulsivo año electoral, oriundo de Guarenas estado Miranda, llegó a mi pueblo un espigado muchacho de piel oscura, cabellos rizados cuya mirada escrutadora se abrigaba tras la celosía de unos lentes redondos, de gruesos cristales; taimada sonrisa que de la nada se convertía en estrepitosa carcajada, sobre todo cuando el chiste lo contaba él mismo, pues desgranaba su hilaridad antes de terminar el chiste, y al final uno no sabía si reírse del cuento o de la risotada de “El Negro Colina” como cariñosamente comenzó a llamar la gente a Saturno Colina.
Recién egresado de la Escuela de Técnicos Diesel de CADAFE (Tocuyito-Carabobo), llegó a cumplir una loable misión. Junto a él, o quizás un poco antes, llegaron otros Técnico como Luis Enrique Morillo Lucena, el popular “Pato Lucas”, a quien le reservamos una particular crónica; llegó también Cedeño, y otros hombres que conformaban el grupo laboral que capitaneó el Técnico Superior Diesel (con cursos en el exterior) Jesús Fuentes. Este eficiente equipo alumbró, casi sin interrupciones a Guanarito, sustituyendo el rústico servicio de la vieja planta eléctrica municipal que operó siempre el inolvidable don Oswaldo Durant.
En la gráfica aparece el galán, en la Plaza Bolívar, acompañado de la bella Lucía Velásquez
(entonces estudiante de la Escuela Normal de Palmira-Táchira)
Cuando no estaba cumpliendo guardia en la planta, Colina recorría en su bicicleta el pueblo entero, haciendo visitas a las muchachas de distintas familias, pues no discriminaba a ninguna, y ellas de igual manera: todas eran amigas del Negro. Pero el risueño personaje nunca andaba solo, se hacía acompañar de su inseparable cámara Polaroid, poniendo en evidencia lo que años después dijera el ensayista Carlos Yusti: “la fotografía es un pacto con el instante. El fotógrafo es un pescador paciente de esos instantes. Mira al mundo desde sus encuadres y motivaciones particulares, desde su emoción personal. Una foto responde al ritmo interior como un poema o una flor”. Olvidó decir el ensayista que cada fotografía es un documento gráfico. Lo cierto es que Saturno Colina se convirtió en el fotógrafo de la época, aquel Guanarito dorado de los setenta, de las fiestas en la pista del Bar Guaicaipuro, de los carnavales con agua y mezclas de harina con huevos, de cada semana santa en aquel enorme playón, des Los Guamos hasta el Matadero.
Era comensal fijo en la pensión de doña Flor Soteldo de García, atendido por sus hijas Nayibe y Bertha. Eran placenteras las visitas del negro a las muchachas, tanto que muchas veces pienso que los padres de familia se ponían a la expectativa de pensar si era novio de alguna de ellas. Visitaba a Lucía y Susana Velásquez; la farmacia de doña Yeyé para ver a Soris García, Ligia Margarita, (la más fotografiada), a “La Negra” Délida Guillén (hija de doña Yeyé) y a la bella Faride Elvira Meleán cuando iba de vacaciones; a las hijas de Enrique García (Minerva, Ligia y Doris); a las hermanas Nelly, Nayibe y Fanny Correa; a Judith y Nelly Áñez; a Rosita y Neyla Sánchez; a las hijas de doña Susana Colmenares; a Sonia Castillo, a Judih Castrillo, a mis hermanas Dianora y Yumaris; a mis primas hermanas Aíxa y Nelly Orozco, a las hijas de don Trino Aparicio, a Zulay Piñero, Elsa Parra… en fin… Colina fue el ídolo de todas las pavitas, sin que ninguna de ellas –pienso yo- fuese su novia, aunque entre tantas flores, un colibrí no puede pasar inadvertido. Sus traviesas Polaroid (la de revelación instantánea y la de tiempo prolongado) pescaron en sus encuadres los más bellos rostros de aquel Guanarito bucólico, sus fiestas, torneos deportivos y artísticos como la visita de la cantante Tania de “Campesino de mi tierra”. A finales de los 70 se trajo de Guarenas para Guanarito a las dos bellas mujeres de su vida: su madre y su hermana menor… “La Negra Colina”.
Quiero destacar que las crónicas que voy publicando por este medio, casi todas van ilustradas por el arte fotográfico de su archivo personal. Hoy, jubilado, próximo a los 70, pero conservado bajo su achocolatada piel, con escasos rizos blancos en la semi-calva, añorando su época dorada en Guanarito, reside en Guanare, dedicado a su bella familia, y de vez en cuando visita a mi pueblo, sobre todo en cada edición del juego de softbol “Las Estrellas de los 60”, para uniformarse con la camiseta y gorra de su equipo. ¡Claro! … él es “El Poder Negro de La Plaza”, como lo llama Grossman Parra Pinto cuando anuncia los Line Up. De cada escuadra. Esta crónica, aunque adolezca de muchos datos era una deuda con este guanariteño adoptivo que llegó para arraigarse en nuestros corazones. ¡Salud, estimado Negro!

Yorman Tovar
(Cronista Popular de Guanarito)

elmayortrovon@hotmail.com, jinetetovar@gmail.com

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