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"La historia está presente y nos rodea en todas las horas, porque no es otra cosa que la vida” Arturo Uslar Pietri

sábado, 13 de abril de 2019

Las Imágenes Luminosas y Creadoras en la Obra del Dr. Alberto Arvelo Torrealba



Las imágenes Luminosas y Creadoras en la Obra del Dr. Alberto Arvelo Torrealba 
Conferencia dictada por el Dr. 
RAFAEL R. GAVIDIA 
A los alumnos del Liceo "PEDRO GUAL" 
en la Ciudad de Valencia, 


RECOMENDACIÓN


Por particular afecto y conocedor de las inquietudes espirituales que animan a Rafael Gavidia, estuve presente en el mes de febrero de 1.971; en la Casa de la Cultura de Barinas, para escuchar una charla con la cual se daba comienzo al Gran Homenaje que el pueblo y Gobierno de Barinas le rendirían al Poeta Alberto Arvelo Torrealba; durante el mes de mayo de ese año, mes de clara cruz en la frente, mes cuando surgió el grito de alto timbre de honor y la vieja provincia se sumaba a la causa de la Independencia. Pero el gran Homenaje no se llegó a realizar, el 28 de marzo el poeta se nos marchó a la profunda sabana de la eternidad. Ahora queda la tarea de divulgar su obra, como hacerlo, he aquí esta voz, de pueblo en pueblo y hasta ahora 54 veces ha intervenido refiriéndose al mismo tema, demostrando con cariño que no sólo a través del análisis de la semántica de las palabras se le debe rendir homenaje a nuestro más alto poeta nativista, se le hace también con la prédica sana del recuerdo, de aquello que un día se rumoró, pués así lo manifestaba Don Luis Fadul, poeta de fina inspiración, que a él lo preocupaba el hecho de que el Dr. Arvelo después de haber estado tres días en la casa de Víctor León Guevara en Ciudad de Nutrias, antes de marcharse le dejaba por regalo tres kilos de queso criollo, envueltos en hojas de bijao; y esto parena algo así como una descortesía, pero no lo fué, debe recordar el poeta Fadul, en Libertad de Barinas, que en una zona productora de queso criollo; muchas veces cuando se le invitó a desayunar, le servían al Dr. Arvelo queso kraf del Canadá. Por eso, que gran lección de nacionalismo nos dejó al entregarle al amigo tres kilos de queso criollo envuelto en las hojas de esa mata que bordea las lagunas llaneras. Es por ello que en las charlas de Rafael Gavidia, palpitan los sentimientos más profundos de un hombre como lo fué el Dr. Alberto Arvelo Torrealba; quien a través de toda su producción literaria supo distinguir en sus libros, que no hay más que dos pinturas.


`El Chaparro en la candela y el pimpollo en la garúa". 

M. Garrido Pérez

Los ríos luminosos
Palabras para una Conferencia dictada por el Dr. Rafael R. Gavidia

Prof. José Joaquín Burgos

I
El Dr Rafael R. Gavidia en el momento de dictar la conferencia
Valencia mayo de 1972
Rafael Gavidia y yo remontamos un día el río de las Coplas. Niños todavía (por fortuna siempre lo seremos un poco) mirábamos desde la endeble canoa todas las cosas maravillosas que pasaban vertiginosamente por nuestros ojos asombrados: la turbulencia, la vorágine, el remolino bramador; y arriba, "la resaca azulita" del cielo sobre el gris de las aguas embravecidas; la noche que caía luego y guiñaba luces en la lejanía; el silbo de guaruras en la madrugada; el toro del alba hundiéndose hasta la cornamenta en el áureo amanecer; y ya en el filo del día el grillo de las ánimas reventando, entre los primeros pájaros, los sueñitos de café colado... y largas sabanas por donde al atardecer pasarían, siempre ante nuestro asombro, primero Arturo Coya y después Santos Luzardo, transidos ambos de sed; y hacia la noche, bajo inesperada y violenta tempestad que zumbaba rayos a la palmasola, Florentino, que llegaba a jugar la parada final de su garganta en desafío con el capitán de las tinieblas... Y de pronto, en una vuelta de río, como estatua de sombra en la barranca, el Canoero del Caipe con su voz quejumbrosa llamando a Maruja ante la burla del eco... 
¡Y todo ese tramontar sin salir de las cuatro paredes de Guanare! 
II 
Después vinieron días de distancia. Bajo la férula de un tiempo pisoteado por botas infamantes. Entonces Rafael Gavidia se fue a mirar las cinco águilas blancas, a trepar los páramos del tiempo; mientras yo, con mi orfandad al hombro y un amor imposible entre los ojos, inventaba alcaravanes en las solitarias noches caraqueñas. 

Hubo después un día para retornar. El reencuentro con el fraterno amigo -con él y otros- sirvió para evocar aquel viaje, aquel viaje que definitivamente nos amparó a la común raíz de la tierra que nos vió nacer y que un día nos servirá de surco. 

III 
Pero, olvidaba decirlo, hubo un segundo viaje. Esta vez, los ojos antes llenos de asombro recorrían el paisaje con serena mirada... pero será mejor relatarlo: 

En el Liceo "Pedro Gual" -alma secular de Valencia- creamos un centro de literatura. "Iniciémoslo, dijo algún alumno poeta, con una invitación a un hombre de sensibilidad", "¿Quién?". "Alguien que haya viajado, que conozca nuestra tierra, la raíz de nuestros poetas, la esencia de lo venezolano puro". "Conozco a alguien, dije yo, que ha viajado por el corazón del verano, que ha remontado los ríos lumninosos de la copla...". 

Hubo silencio, y de manera unánime quedó establecido que fuese Rafael Gavidia quien diera el primer "palancazo" en el flamante Centro. 

Y cuando llegó el poeta lo recibimos con alegría: con él venía el llano, el horizonte infinito y los mil ríos de la sabana: pero Gavidia se trajo su canoa, su palanca y su remo. Abordamos -todavía con un leve matiz de miedo infantil- y emprendimos, nuevamente remontando, el viaje. Como en andanza memorable, las chicharras atolondraban el atardecer. Patrón de abordo, el poeta Gavidia. Tomás Montilla Araujo estremeciendo su cuatro de hidalgas cuerdas. Y la sombra -sombra luminosa, olorosa a mastranto y a espinito- de Alberto Arvelo Torrealba presidiendo los rumbos. Nuevamente fueron los vuelos de garzas en los lejanos cielos, la soga del horizonte cayendo sobre el mundo, el ulular de la brisa entre los árboles ribereños, el bramido del trono en la distancia. Pero esta vez los ojos veían más allá del asombro: he allí la savia que sube por el tronco del romance; mira la flor de esta copla como estalla. La sombra de Arvelo Torrealba sonreía en su mutismo. Y así llegó la noche, y el silencio se durmió en los remansos luminosos del viaje. 

Este viaje que ahora Gavidia nos entrega de nuevo en el emocionado rumbo de su prosa. 

José Joaquín Burgos 

Las Imágenes Luminosas y Creadoras en la Obra del Dr. Alberto Arvelo Torrealba 

Conferencia dictada por el Dr. 
RAFAEL R. GAVIDIA 
A los alumnos del Liceo "PEDRO GUAL" 
en la Ciudad de Valencia, 

Versión Magnetofónica

Valencia, Mayo 1972

Profesores y alumnos del Liceo "Pedro Gual": 

ALBERTO ARVELO TORREALBA conoce
también como el popular coplero de nuestros
llanos, la pasión de su tierra maravillosa
Cuando el fraterno amigo el poeta José Joaquín Burgos  me invitó para que viniese a éste recinto, a compartir con ustedes la alegría y la responsabilidad de inaugurar el Centro Cultural que han constituido; hablándoles del desaparecido poeta ALBERTO ARVELO TORREALBA, pensé en su palabra baquiana, en aquella frase dicha. por él cuando dictó en la Universidad de Roma, una Conferencia acerca de la "América frente a la Europa ", antes de comenzar se refirió a una frase del Filósofo Inglés Bertrand Rusell; quién aseguraba que: "Todo hombre, cualquier hombre común, puede contribuir hoy a mejorar el mundo". Por esta razón, al amparo de esas palabras guiadoras y con la indulgencia de ustedes, vengo ha hablarles de ese hombre que en el transcurso de su vida supo dejarnos una poesía que es "Chorro dé la luz para el ensueño y la esperanza"; de un poeta profundo, arraigado a todas las vivencias de nuestro llano, de un hombre- que, nó anarquizó las palabras, por ellos supo decir que entendía por imagen: "Toda representación viva y eficaz, por medio del lenguaje, de un objeto, de un acaecer sensorial en el campo de cualquiera de los sentidos, o de una vivencia anímica, bien en forma directa, bien acudiendo a signos supletorios de la dicción propia, con base a la semejanza, la dependencia o la contigüidad. 

Lo dicho nos lleva a contemplar dos grandes categorías de imágenes literaria: Las de presentación, en que se va del referente a sus signos o viceversa, en humilde faena de pensamiento elemental sin decoración expresiva, y las de representación en que hay una base o antena imaginativa intermediaria, donde el espíritu hace escala para llegar a lo sugerido". 

Mí primer encuentro con el poeta Arvelo Torrealba, data de mí niñez, una tarde el Maestro de nuestra Escuela Primaria "Luis Ugueto" en Libertad de Barinas, nos llevó a todos los alumnos para que esperáramos la llegada del cantor, quien para ese entonce ejercía funciones políticas, desempeñándose como Presidente del Estado Barinas. Todos deseábamos ver cuanto antes el aparecimiento de la lancha Mucuritas, cabriolando por el Masparro; pués venía río arriba, como quien viene de Nutrias. Pensábamos ver a un hombre recio y mustio; pero nuestra apreciación andaba errada por el contrario, vimos la presencia de un señor de hablar pausado, acariciador de las palabras, cuidadoso del buen decir, quien nos fué saludado en medio de músicas de cuatro y bandolas y el estampido de los cohetes, ponían de manifiesto unidas al aplauso la forma de como nuestros humildes pueblos, cargados de angustia, soñadores de esperanzas, saben recibir a sus mandatarios. Después del protocolar saludo del Maestro, en breve improvisación el poeta Arvelo Torrealba se refirió a los ríos, al desmonte de ellos, a sus correrías de muchachos por el Santo Domingo, a su pasión por la navegación. Después bajo la sombra del samán del caño Masparrito (Muy conocido y querido por mí conterráneo la distinguida Profesora Trina Adames de Enciso, aquí presente) recitó sus versos, en forma pausada como dando una lección, pués el poeta Arvelo era un Profesor, con mística, con grandeza, puso énfasis en decirnos; Por aquí pasó compadre hacía aquellos montes lejos. Se refería al Padre de la Patria, sembrador de libertad y a quien él le rendía tributo en cada cosa de la sabana... después el Canoero del Caipe, con sus lágrimas, tributarias del río, esparcirían unidas al viento el murmullo quejumbroso casi mofador de la angustia de aquel Canoero que en mala hora perdía- a su mujer, y en su atribulada pesadumbre sólo escuchaba en la taciturnidad del río el revotar de la palabra, Maruja, uja,... "Al canoero del Caipe que era un catire apureño, le quitó el amor de golpe, quien lo quiso tanto tiempo".

Recorrimos depués las calles del pueblo nuestro, entonábamos a coro al compás dé la emoción

"Arbolito de hojas finas 
nido de puras congojas, 
como yá no tienes ni hojas 
te besa el sol las espinas".

Era su arbolito sabanero, en donde la pena ruda del cuatro desgajó lamentos.  


Desde el primer encuentro, nació mi creciente admiración por e1 poeta, ya con el tiempo fui acercándome a sus libros y a su persona, amparado por la amistad que siempre le profesó a mí padre; por eso supe de sus inquietas andancias por nuestro llano, en pos de seguir la ruta que Francisco Lazo Martí recorriera en el afán por alcanzar su plenitud como hombre, como médico y como artista; trocha que Alberto Arvelo Torrealba siguió, acompañado de su fantástica inspiración, humilde, noble, pulcro y sereno; realizó la inmensa labor de recojer las ansias de éste pueblo en sus libros "Cantas" "Glosas al Cancionero" "Música de Cuatro" "Caminos que Andan" y su laureado trabajó (Premio Nacional de Literatura) "Lazo Martí, Vigencia en Lejanía"; y los mil quinientos versos de "Florentino y el Diablo".

Fué un hombre que para ser juzgado y comprendido, hay que situarlo dentro de su ancho mundo creador, aplicándole sus propios conceptos referentes a Francisco Lazo Martí, pués estuvo animado de "Un Cálido Soplo Dinámico, alegre, zumbador, bravío, estremeció palmeras, arboles y juncos, en la llanura espiritual donde forjó su canto", pués cada endecacílabo cobró en sus trabajos sonoridad musical; de su maestría, desbordada como los ríos Barineses, afluentes del Apure Cloplero, tributario del fantástico Orinoco de su imaginación impetuosa, llegó con sus coplas hasta las azules aguas del Caribe. Era el mensaje de un hombre, dicho en "Versos del Sueño Álazano — en el arrebol lebruno — honda voz de como es uno — cuando aprende a hombre en el Llano. Era un poeta cultivado, amaestrado en la versificación, dotado de fluyente facilidad creadora, pués nutrió "Los núcleos rítmicos básicos de su poesía en la misma fuente clara, turbia, serena, tumultuosa, donde bebe el pueblo. 

"Sabana, sabana, tierra 
que hace sudar y querer, 
parada con tanto rumbo, 
con agua y muerta de sed. 
Una con mi alma en la sola, 
una con Dios en la fe, 
sobre tu pecho desnudo 
yo me paro a responder. 
Sepa el cantador sombrío 
que yo cumplo con mí ley 
y como canté con todos 
tengo que cantar con el".


Todo esto nos revela como Alberto Arvelo Torrealba, nativo de Barinas; en donde nació en 1.904, ha sido el más auténtico poeta de la Llanura venezolana, nadie como él había recojido hasta entonces el cúmulo vital de imágenes de madurez, de fructificación, de florecimiento, de sugerencias expansivas, que van de la línea a la idea, del horizonte a los lugares íntimos, del nido hacia las alas, del palpitar del mundo hacia el batir claro y brumoso de la corazonada" toda su poesía fué lirio de luz, camino de estrella, y como el Florentino de su poema a pleno pulmón podía responder 

Defendiendo lo que toco 
lucho por lo que soñé. 

Andante de mi destino, 
por serle fiel a lo fiel, 
en brasero de lo humilde 
vi la luz de la altivez. 

DE SU VIVA VOZ 

Desde hacía algún tiempo, un jóven de Ciudad de Nutrias, Jesús Torrealba Villamisal (Hoy Directivo del Ateneo Popular de Guanare), había puesto en mis manos el Acta de Matrimonio de Francisco Lazo Martí y Venturia Velázquez, este recaudo se lo entregué al Poeta Arvelo; y me manifestó, que le había llegado en buena hora, pués así, me dijo, es fácil probar que Lazo Martí había nacido en 1.869; y no 1.864. Pasado algún tiempo el día veintisiete de enero de 1.966; me obsequio su libro, Lazo Martí Vigencia en Lejanía, con dedicatoria personal y el cual conservo con particular esmero. Fué en esa misma ocasión cuando lo acompañé hasta Dolores de Barinas, y aproveché el trayecto desde Guanare, para invitarlo a que aceptara un homenaje del Ateneo Popular; el cual se llevó a efecto con nutrida concurrencia el 11 de marzo de 1.966. Prueba de la emoción que le produjo el sencillo acto al poeta, fué ésta carta que voy a leerles. 


Acarigua, 12 de Marzo de 1.966 


Dr. Rafael R. Gavidia
Guanare
Dilecto amigo: 

Una vez Alfredo Arvelo Larriva, en uno de sus más celebrados sonetos, se llamó a sí mismo doctor en. amargura. Después, de haberme compenetrado de sus múltiples facetas epigramáticas, de tenerlo como a un auténtico Quevedo Venezolano, consideré un desacierto aquel título, y di el que en verdad se merece: Preclaro Doctor de la Alegría y de la Gracia. Pero anoche cuando les agradada a lodos los miembros de ese Ateneo Popular, con palabras imprevistas, el homenaje tributado, sentí en hondo aleteo espiritual, estirárseme la amargura, pues Ud., más que en acostumbrada presentación, me llevó por los anchos mundos del recuerdo... La Lancha Mucuritas "la que volaba y no corría"; el Caño del Jobo; la permanente porfía de los copleros rivales en contumacia casi anárquica (Florentino y el Diablo); El I.R.E.I internado que fundé en Barinas, con miras a que los jóvenes aprendiesen un oficio provechoso y no se quedaran varados con sus esperanzas y enseñarles también el amor que debemos al Padre de la Patria y a nuestros valores sustantivos. Todo esto me llenó de hondo mutismo, recordé la amargura del poeta, que á pesar de cárceles y sombras, siempre tuvo rendijas de luz para el canto... De todo esto le hablé después a mi mujer y al Dr. Ramos Calles, a que siempre estaré atado a ese amor que siento por los valores deprimidos de mi pueblo: Pan, Belleza y Canto...

Muchas gracias para todos, y en especial a Enso Colangello, quién con su arte me obsequió ese cuadro que llevaré a mi casa, porque allí dejo la propia gente mía, mis hijos mayores, peleando por prepotencias ideales, y que se fueron de mi, Florentino y el Diablo...

Cordialmente, 

A. Arvelo Torrealba. 

También le pedí, para un reportaje que escribiría en el Semanario "El Imparcial" de Acarigua, lo que personalmente, el mismo opinaba de su obra, y como -había logrado la larga versión de "Florentino y el Diablo", su contesta fué así: para responderte,,. chico, tendría que decirte lo mismo que el 6 de Diciembre de 1.961, le manifesté a mi admirado Antonio Estevez, el de la "Cantata Criolla", pués he sido, majadero inquisidor de mis propios versos, aún de aquellos ya incorporados a mis libros; por otra parte, ese largo poema no tendría fin, es el desahogo ilimitado, el cúmulo de argumentos reprimidos, de una gran porfía, en donde dos rivales El Diablo y Florentino, prevalidos de su numen se aprovecharon, o se aprovechan de mí entusiasmo para no ceder en su disputa...

Me manifestó que siempre le llegaba uno de ellos dispuesto a refutar al otro y de nuevo la porfía. 

Ese Romance, recoge el sentir vernáculo de mí pueblo, sus imágenes sencillas; radiantes, engarzan su origen en la leyenda; en la experiencia, en las consejas populares, con nitidez, ya que todo renglón -no es verso ni rima son conchas de ajo. Es el romance de nuestra llanura, es la herencia' del Cid Campeador que se estira en su tono fiel.
"En su América, Andaluza 
  En lo Español Barinés".


Por esto el Diablo es, retador de juglares desde los siglos del rey; y Florentino; sabe que quien mejor contra-puntea hace sus tratos- de días y trabajá por tarea.

Este Florentino del Dr. Arvelo Torrealba es el propio Llanero, -el propio hombre de nuestras anchas soledades, quien aureolado por la fantasía y llevado por su mano maestra en la contienda de Santa Inés, pudo medir su talento con el depurado estilo del Demonio.
Para aseverar lo expuesto, voy a relatarles una confidencia del poeta y así podrán comprender como llegó a construir ese gran romance. Me manifestó el Dr. Arvelo, que un día., el Diablo le tenía apabuyado a Florentino, sin él encontrarle una salida, pués la rebeldía del Diablo desahogaba su drama de eterna sombra en el palpitar de altivo canto:

EL DIABLO 

Pa' estar calentando nío. 
No sé si es pájaro bobo,
pero va por un tendío
con la fatiga del remo
en el golpe mal medio;
y en la orilla del silencio
se le anudará el tañío
 cuando yo mande a parar
el trueno y el desafío". 

Esta amenaza lo asicateaba, pero una tarde un Florentino, Llanero a carta cabal se encontró con el poeta Arvelo en el Real, Pueblo del Distrito Obispo en el Estado Barinas; y después del eufórico saludo, Martincito Ralnirez, le dijo:. Caramba Alberto, me llegaste como pedrá en ojo de boticario, pués tenía unas taparas de chimó depositadas en la casa de mí buen amigo don Pedro Martínez en la Luz, eran para venderlas en el invierno, que como tu sabes tiene más valor, pero hoy estoy muy preocupado, pués me acaban de informar que el viejo está tocado de la mente y está repartiendo todo a manos llenas y al primero que llegue; porque no me le mandas un papelito. El Dr. Arvelo le recomendó que se dirigiera personalmente a la Jefatura Civil de Santa Rosa de Barinas; y la respuesta oportuna fué el primer chispazo para seguir tejiendo los versos que por tanto tiempo le martillaban; pués Martincito le dijo "No hombre Alberto, que Alcalde ni que Alcalde, ni que Jefe Civil, tú sabes que no lo conozco y yó con el que no conozco ni me enserio ni me río; hacémele la carta más bien, bueno, terció el Dr. Arvelo, y que le vamos a decir si está un poco mal de la menté, pero de todos modos dígale que si está repartiendo lo ajeno, me dé cuanto antes lo mío. Esta Sugerencia emocionó al poeta y en vez de cartas para el pródigo, compartió con su amigo gallero el brandi de su bota; pués le había dado la base para seguir tejiendo la respuesta que desde hacia tiempo estaba buscando; y fué allí mismo en la sabana del Real de donde emanaron estos versos: 

FLORENTINO  
El trueno y el desafió, 
Yo con el que no conozco 
ni me enserio ni me río, 
y me tiene sin cuidado
arrestos del presumio, 
porque hoy con gloria de ayer 
no se enraiza poderío. 
Barraca en terreno propio 
es mejor que hato en baldío. 
Laudo que ordena despojo 
libera al comprometío. 
Dígale a quien da lo ajeno 
que me dé no más lo mío.
EL DIABLO 
Que me dé no más lo mío.
 Lo suyo es deuda probada 
con un pagaré vencío. 
Por eso llegué temprano 
y mi deber lo he cumplido: 
atropellarle el cansancio 
y frenarle el desvarío, 
como si se fuera yendo 
mucho antes de haber venío
pa' que no vuelva a olvidar 
ni en invierno ni en estio, 
que hoy siendo ayer de mañana
mañana de ayer ha sido.
De esta manera, esos hijos espirituales del poeta seguirían en perpetua reyerta, el Diablo son su altivez y su amargura, haciendo gala de su encumbrado saber, buscando

"Para el yermo y los pesares,
soplo de impávida sed" 

y Florentino, jactancioso dolido, fantaseador, llanero de los mil caminos podrá siempre exclamar:

"Mi cruz con el horizonte
y el rumbo de mi alazán,
mis expedientes las nubes,
mi archivo la inmensidad;
mi renta silbo y tonada,
caminos mi capital:
pagué los que anduve y debo
los que quedan por andar. 

En fín, queridos estudiantes, y colegas Profesores, en esta apretada síntesis, asicateado por la emoción, les he pretendido señalar el alma de mí llano en la Obra del Dr. Alberto Arvelo Torrealba, dominador del idioma, de sus matices y de sus secretos, pués fué alma de la tierra sin joroba; cantor eterno de sus vivencias, a través de la melodía asonante del octasilábo... 

Un poeta que supo demostrar que "la poesía no es magia ociosa, es trabajo dentro de un mundo mágico".

Un poeta lleno de luz, de emociones vividas y de don natural, difícil de reemplazar. Por ello el noble empeño en divulgar su obra. 

Para todos ustedes mí agradecimiento; y 

¿Qué vale no querer irse
en voz de quien ya se va?






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